Hoy he vuelto una vez más
al hayedo que nos desnudó los sueños,
sigue aquí, impasible al tiempo.
Muestra aún las marcas tatuadas
en cada tronco profanado,
y huelen todavía los besos cobijados
entre sus hojas perennes.
Se perfuma el aire de tomillo y brezo,
que se mezcla con el jazmín de tu recuerdo,
mientras ceden mis pasos vacilantes.
Hoy es el ayer de abrazos infinitos,
de miradas a un cielo encendido
en busca de una estrella compartida
para morir algún día.
He regresado a buscarte
para decir una vez más que te quiero,
y me he tatuado en las arrugas
el perfil indeleble de tus ojos.
En este viejo tronco retorcido
ha de vivir eternamente,
cautivo de una piel que ya no siente.
Ves amor;
nuestra estrella sigue allí,
donde un día la pusimos
para ser retiro eterno.
He vuelto para mirarla una vez más,
para decirla que voy,
que deje encendida su estela
y así encontrar el camino,
que se van agotando el tiempo y la vida.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.