Á un astro que resplandece
á ese, díganle que trabajo tiene;
por que en tierra lejana, despedí
al Sol de su oficio, todo por que éste
no brilla tanto como aquella cuando
borra toda sombra con sus ojos color lux.
Por mí, que tenga otro oficio
el día y la noche, por que con aquella,
mi amada estrella, estoy en tierra extranjera,
á merced de su piel color nieve.
Me lleva por las alturas,
me toma de la mano, me besa
y se mete dentro de mi carne para
satisfacer una locura mutua inverosímil.
Dicen que no hay más noche,
sólo cielo azul eterno.
Les creo, por que lo veo.
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