Hoy en la tarde me acordé de un chiste, estuve tres tazas de café riéndome y otras dos llorando. Tengo que admitir que no me acuerdo de que trataba, ni su contenido, ni sus líneas, solo reí y después lloré.
Me reía sin parar, el café se derramaba por toda la casa por mis aleteos, terminé con ampollas en los dedos y mis parpados, corría por las maderas crujientes de la terraza gritando en jolgorio, parecía haber recibido la noticia más feliz de la historia, pero todavía no me acuerdo del chiste.
Estaba tan feliz que hasta olvidé ponerle azúcar a la taza, pero estaba tan extasiado que no sentí amargor alguno. La ultima taza ni agua tenía, solo granos tostados y molidos que se quedaban entre mis dientes, era la persona más feliz del mundo, y aun así no me acuerdo del chiste.
De pronto, me detuve, boté la taza, mi chaleco, la conciencia y la vida entera. Mis ojos se llenaron de lágrimas, mis lentes se trizaron y se volvieron arena, mis manos tiritaban de vergüenza, todo el mundo se reía de mis problemas, y aun así no recuerdo el chiste.
Dos tazas más de café, cuatro cucharadas de amargura y agua hirviendo, un par de lágrimas y sollozos para darle sabor. Todo en blanco y negro, todo era sin color, todo era tristeza, creo que nuca fue un chiste.
Estaba paralizado en mi cama, temblaba de frío y me ahogaba en lágrimas tan gruesas como la lluvia en verano, era estar dopado en el cielo. Solo terminar la última taza de café hizo recuperar la conciencia y la fe, creo que las crisis se encuentras por doquier.
Ya me acordé del chiste, simplemente me había mirado frente al espejo…
- Autor: Felipe Espejo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de diciembre de 2017 a las 17:50
- Categoría: Triste
- Lecturas: 41
Comentarios1
Me gustó. Cruel y original. Un saludo cordial
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