Jugábamos al gallito ciego, esa tarde de estío habían venido un amigo y su hermana, los tres jugábamos yo vendado, debía buscarlos a ciegas por la casa.
Fue la primera vez que no veía, nunca pensé cómo un ciego sentiría su entorno
cómo caminar sin caer. Presentía un abismo en el paso próximo y mis brazos avanzaban por delante, adivinando la nada.
Podía escuchar…, sí sentía la risa de él que pasaba a mi costado…, su olor…, me dí cuenta.
Tenía una ventaja, conocía el lugar, mi mano izquierda tocó el marco de la puerta…, es el comedor…, siento la risa contenida de él, debe de estar detrás de la mesa, es inútil…, tropiezo con una silla, el maldito me pone obstáculos, lo dejaré, iré al pasillo dejándolo solo, para que se aburra.
En el pasillo, no quería abandonar la pared que tanteaba continuamente, me detuve a escuchar y sentí cautelosos pasos, la respiración contenida y ese aroma de dulces flores que delataban a ella, la hermana de mi amigo.
Detenido, en el pasillo bajé los brazos, sin pronunciar palabra no supe qué hacer..., sí sabía qué pasaba, que algo me detenía y paralizaba.
Perdí la noción del tiempo, sentí a pesar de mi ceguera, que una luz inundaba el pasillo.
Agudicé el oído y ella seguía ahí, casi ausente, inmóvil…, me asusté en principio y luego la razón me indicó que no quería delatar su presencia, por el juego.
Yo seguía inmóvil, galvanizado y mi corazón latía acelerado, mientras sentía cada vez más ese aroma a flores de niña.
Tan cerca estaba, que su respiración hacía cosquillas en mi rostro…, los aromas me embriagaban. Los labios…, los retraje en un intento de salvarlos de las cosquillas, mientras sentía sus manos en las mías y ella que decía, “me encontraste”.
- Autor: Esteban Couceyro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de enero de 2018 a las 08:32
- Categoría: Amor
- Lecturas: 94
Comentarios4
A mi también me gustó, Estimado Pertinaz, a los pocos meses, con esa linda niña, nos dimos el primer beso.
Son recuerdos de infancia.
Un saludo estrenando año.
Esteban
El amor es el juego quizás al que mayor valor le damos; no quisiera decir después de la salud y el dinero.
Afectuosos abrazos
Tengo la impresión, que la vida es un damero donde las fichas son los deseos y necesidades. Donde algunos juegan con ventura e inteligencia y otros, irreflexivamente apuestan a la pérdida.
Todo regido, por la aleatoriedad de un orden loco.
Personalmente, creo haber tenido suerte, aunque debí sacrificar algunas fichas menores.
Un abrazo, con resacas del año nuevo.
Esteban
Dulce ternura el recuerdo del amor infantil. Lo cuentas de una manera muy emocionante, como el momento que viviste antaño. Lindísimo.
Un abrazo nuevo, ya estamos en el 2018.
Es así querida amiga, son recuerdos de una época de asombros. La niñez es pura experiencia, la primera vez que descubría ser ciego, una experiencia perturbadora, tanto como sentir en ese estado vulnerable, la proximidad de la hermana de mi amigo (en ese momento comprendí, que las mujeres llevan la iniciativa de esos asuntos...).
No sabía qué pasaba, pero comencé a comprenderlo.
Desde mi nunca superada timidez, te saludo con augurios de prosperidad.
Esteban
y ella que decìa me encontraste... estuve ahí, a esa hora, sentí los pasos, esa es tu magia querido poeta. Un arsenal de sentimientos que expandes... que desgranas.... con notas musicales que nos golpea, nos susurra..... belleza tus letras. Gracias!!!!! Cariños C
Estimada Carina, tus palabras comprometen mi ego, en este caso, son recuerdos de una infancia descubriéndose a si misma.
Un abrazo.
Esteban
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