Me encontré –y a mi corazón–
entre corpúsculos carmín
como ánfora caída al suelo:
en pedazos sobre un gélido crespón.
Fue una noche de Enero invernal
cuando el Sol se extinguió,
y el mar, en un instante, se secó.
Cuando el azul del universo se hizo gris
y el mar perdió su inmensidad,
me ahogué en mis lágrimas
al tocar la vasta oscuridad.
Me encontré –y a mi corazón–
cubierto de zarzas,
repleto de muescas por las heridas
del látigo que marco nuestra distancia.
- Autor: Carlos Ars ( Offline)
- Publicado: 5 de enero de 2018 a las 15:04
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
Comentarios1
Ausencia, distancia, soledad se confunden en el tejido del poema para dar una belleza única al cuerpo.
Gracias por tomarte el tiempo de leerme.
Saludos.
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