Para estar aquí,
el cuerpo es el único sitio posible,
no obstante, no nos pertenece,
aquí, no pertenecemos.
Alegrías y tristezas se hospedaron en la casa,
colocadas como continentes hace tantos años,
llegaron con el aire,
la noche cuando tuviste frio,
ciertamente lo has olvidado
si te escondías del llanto, atrás de tu risa,
la que usaste tantas veces para cubrirte de lo que sentiste, mirando la lluvia.
¿Qué haces a esta hora?
algo queda que nos recuerda,
¿habrás extinguido las luces,
mientras alguien toma tu mano
festejando otras alegrías y tristezas?
Las que quedaron aquí, andan secas y desencajadas preguntando por ti,
bajo la luz polvorienta, tejiendo trapos descoloridos,
pretendiendo limpiar lágrimas pegadas a la mesa,
después de los años, son solo desconocidas,
nadie ha venido a reclamarlas, el que fui, ya se ha ido,
con los años, uno se va desconociendo, uno se va olvidando,
transformado en sucesos guardados en cajas,
para que no hieran las heridas que no cicatrizan.
Abro la despensa para buscar alguna perdida embriaguez,
un rostro se refleja desde la pequeña vitrina,
irrádia siempre inmensos olvidos,
ya nada tiene que ver con este dolor que duele tanto,
emerge el duelo desde el desagüe.
Mañana tengo cita con Dios
para bebernos lo que nunca se ha podido
y acabar abrazados, borrachos, tirados sobre la madrugada.
- Autor: AVELLANEDA SANTOME (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de enero de 2018 a las 20:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
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