¡Maldita sea!
Mi dios ¿Por qué me abandonas?
¿Por qué pones en mis ojos su reencuentro?
Son felices, no quiero saberlo
¿Por qué le das la oportunidad de reírse de mi
y luego sonreírle cálidamente a ella?
¿Por qué dejas que me duela tanto una herida cerrada ya con llanto?
y me dejas ver la felicidad de ella
y su desprecio
¡Maldita sea!
Señor ¿Por qué me das tanta soledad sin esperanza?
Se alimenta el fuego no con leña
Sino con saña voraz, pero ligera
Porque te deja vivo con tus llagas, de dolor arden, de tristeza
¿Por qué mi dios, por que, dependemos tanto de la suerte?
De encontrar, de que resulte, que germine, tropiece, sane, ame
Y tengo la culpa en mucho, tengo la culpa quizá en todo
Es probable, inadvertido, haya hecho daño a mucha gente
Pero ¿Porque no me das un castigo fulminante?
¿Por qué con tantas pústulas las ulceras?
Déjame olvidar,
no quiero dones
sin tanta tacañez,
sólo quiero lo que a veces me deseas...
Que la paz este con vosotros
y
Santo sea tu nombre
- Autor: El Sapo Cancionero ( Offline)
- Publicado: 27 de mayo de 2010 a las 19:38
- Comentario del autor sobre el poema: Hecho en días lejanos y difíciles
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 735
Comentarios2
ánimos, cuando las cosas no salen como uno quiere, entonces viene la negacion del Creador, es un fuerte poema,
"a los que aman a Dios todas las cosas le ayudan a bien...
kalita
Es cierto, gracias Kalita, amiga poeta
Amigo, ¿no has leído aquello de que el viejo cosecha lo que el joven sembró?
No es proverbio, es un refrán, pero encierra sabiduría.
Amado Nervo dijo: "...yo fui el arquitecto de mi propio destino".
Dios jamás nos abandona, Él está ahí, esperándonos, siempre esperándonos, que nos hartemos del mundo, de las mujeres, del vino, del amor, del dinero, del deporte.
Esperando pacientemente que regresemos a buscarlo, porque siempre somos nosotros los que nos alejamos de Él, nos olvidamos de Él cuando nos está yendo bien.
El dolor nos hace decir cosas inapropiadas, es cierto; sólo espero que el tiempo, el fiel aliado de los enamorados, haya restañado esas heridas y veas la vida de diferente manera.
Dios no castiga, es la justicia personificada y nos da a cada uno la moneda que nos hemos ganado, la moneda que nos merecemos.
Cero en Dios y tienes razón, pero la desesperación, la angustia, el dolor y más adentro, hicieron en mi estas palabras.
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