Maria Fernanda
Este verso es para ti, mi dulce niña bonita.
Para ti, que engalanas la plaza del pueblo,
cuando cruzas iluminando la tarde,
con tu sonrisa coqueta.
Desde lejos... te adivino aun sin verte.
Presiento tu delicioso aroma
y la tonada que le da ritmo a tu andar...
suena lejana en mi memoria.
Tus caderas, deliciósamente acompasadas,
danzan al rasgar del tiple, que acompaña ese:
" Antioqueña, que miras como una diosa
y tienes las mejillas color de rosa.
Por ti se calma, por ti se calma,
la tempestad que ruge dentro del alma."
Tus rubios cabellos, libres al viento,
parecen la estela de la estrella fugaz,
mas luminosa de la creación.
En un rostro de porcelana fina,
se enmarcan dos preciosos ojos,
delicadamente colocados por el creador,
para mostrarnos su grandeza.
Una nariz tan perfecta, que hasta ese nombre...
es inapropiado para llamarla.
Boca de fresa, labios húmedos, provocadores,
cofre de 32 perlas de blancura sin igual.
Sabes que te miro desde siempre
y aun tus mejillas no pueden ocultar
el rubor que las invade.
Un top palabra de honor, con escote corazón,
negro salpicado de flores miniatura,
es el marco perfecto, para que en esos dos balcones,
se vean asomar curiosos, un par de turgentes senos.
Su agitar acompasado, reta soberbio al corazón,
a intentar palpitar a similar ritmo.
Un pantalón de lino crudo, de impecable blancura,
cubre envidioso los dos preciosos obeliscos,
que unen majestuosos, la tierra con el cielo.
Los pies, disfrutan la libertad de unas sandalias emperador,
que apenas protegen las plantas, pero adornan mas.
Que mujer, que bendición para nuestro oriente,
poderte ver cada tarde, de regreso a casa,
sentado en el marco de la plaza,
frente a la torre bicentenaria, de mi Viboral querido...
tierra que nombré: Mi lugar para morir,
desde que te vi aquella tarde soleada,
cuando esperaba el bus,
que me sacaría raudo,
de la triste rutina que invadía mi vida.
Hoy, se que no me iré nunca,
porque aunque solo pueda mirar tu caminar,
ya ese es el mejor motivo para quedarme.
No sabrás jamas lo que siento...
por temor a que desvies tu camino.
Prefiero morir de ansiedad por no tenerte,
que de tristeza por perderte.
Has lento tu andar, eterno tu pasar,
que solo de ello se alimenta mi alma
y es muy poco para lograr sobrevivir.
Agita tu cabellera y embriágame con la fragancia,
que me recuerda el aroma de Santa Helena,
jardín de mi montañera Antioquia.
Mírame con tu dulce mirada,
que yo te saludaré prudente,
buscando tu carita picara de yo no fui...
aunque sabes bien que eres tu,
el motivo más hermoso...
por el cual quedarme decidí.
Ron Alphonso
Enero 24 de 2017
- Autor: Ron Alphonso (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de enero de 2018 a las 01:34
- Comentario del autor sobre el poema: Para mi amiga Maria Fernanda, una muñequita Antioqueña, preciosa y muy tierna.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 675
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