Ya cayó la última hoja de otoño , cuando de pronto se refugió en su mirada una voluta espesa de humo del caballero de barba redonda y grisácea. Este le había fruncido el ceño al camarero pidiendo un café. Ella que era esquiva con las miradas tenía la vista en el reloj grande imponente que se alzaba en el centro de la sala delante de la chimenea.Los leños estaban semi apagados parecía que la humedad ambiente hacía que el fuego no se mantuviera.Ella que era prolija por demás, guardó sus gafas en el estuche, previamente los había limpiado minuciosamente.
Ayer su hijo se había caído del caballo y eso hacía que estuviera pendiente del móvil, cada cinco minutos por si había mensajes nuevos de Rubén.
La luz de sus ojos desde hacía veinte años, lo había criado con mucho esfuerzo y ayuda materna, ya que su padre los había abandonado de manera abrupta cuando perdió el control del coche .Viuda joven con un niño a cargo y muchas ganas de morir en un principio, por tan tremenda calamidad... luego poco a poco se había acostumbrado a vivir sola, ya que los hombres que se acercaban lejos estaban de alentar su vida , si no poner más palos a su rueda como decía su abuela...
Rubén se había educado entre perfumes y madreselvas , un poco remilgado, pero ya se había largado a estudiar y trabajar fuera de su ciudad natal y se había caído de un caballo del cual no sabía nada más que tirar un poco de las crines---
El reloj dio las nueve y media y el hombre de cabello cano, se acercó y le preguntó si tenia algún plan para luego del almuerzo. Era una posada humilde donde la gente iba a estar en paz consigo mismo, alejada de redes ya que internet no había, a propósito para que realmente la gente se desconectara...
Continuará en próximas entregas...
- Autor: rosi12 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 21 de enero de 2018 a las 04:41
- Comentario del autor sobre el poema: Es un cuento en varias entregas
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 45
- Usuarios favoritos de este poema: Vagabundo Universal, El Hombre de la Rosa, María C.
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