Se había enamorado de la muerte
y la muerte le dio una oportunidad
La besaba, le daba la mano, le hacía el amor.
Solitario en noches solitarias
se tocaba pensando en ella
y así, poco a poco, se le fueron apagando sus dolores
y poco a poco todo empezó a cambiar
cada vez notaba a la muerte más distante
cada vez se entendió menos con ella
Hasta que un día dejó de cruzarla
ella dejó de verlo, de responderle sus mensajes,
de visitarlo por las noches
Una tarde la vio en el entierro de otro y lloró tres años
Adelgazó, se hizo nada, empezó a disolverse en el viento,
su cuerpo se hizo niebla
y finalmente desapareció
un verano por la mañana cuando el sol apretó un poco
y la muerte no fue ni al funeral
Comentarios1
un adios sin igual, un gusto leerle
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