Los coches, las luces.
Mueren las estrellas, renacen.
Y el repiqueteo de la sociedad avanza...
O no.
Parpadea el tráfico sordo y,
después de esto, mata.
Asesinos de un tiempo efímero;
inventado, marchito, olvidado.
Y entonces la lluvia, el sol,
las nubes blancas o grises,
pasan a ser suspiros:
Besos prohibidos del aire.
Y lo veloz se convierte en tendencia,
la rutina en un estilo
que lo hace todo igual.
Ni la muerte nos para...
Pues para qué llorar.
La muerte es sólo muerte.
Y el semáforo para y luego se enciende,
manifiesta el culminante de la torre.
Maniquíes llamados personas
que posan ante el escaparate.
¿Qué es la realidad?
Es un vidrio con una trenza invisible.
Sólo sé que respiro.
Y a veces:
Ni eso sé.
- Autor: Abril Lorca Cernuda (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de febrero de 2018 a las 15:39
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema lo hice al observar por la ventana del instituto. Realmente la vida pasa rápido, y a veces, ni la notamos. Luego, la sociedad tiene como ejemplo una rutina increíblemente igual, solamente egoísta y hipócrita. Con esta reflexión no quiero decir que los odie a todos. No. De hecho, creo que hay mucha gente buena. Hay luz y lo sé. Pero...no me vengáis con que soy un niña y no sé nada de la vida. Porque sé, no subestiméis al futuro ni a los adolescentes. Porque serán un mañana, y no los esclavicéis. Hay cerebro aún. Yo lo digo. No nos hagáis a todos iguales...
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 50
- Usuarios favoritos de este poema: Vagabundo Universal, Ágora
Comentarios2
Interesante descripción en tu poema
Saludos.
Pau
Muchas gracias Pau.
Excelente poema, rápido y a veces hasta se para el tiempo
Abrazos
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