CONSINSENTIDO.

A veces te busco arañando la oscuridad
en medio de tormentos que hablan de huesos cansados.
De formas trabajadas sin nombre en donde hay cadáveres
sentados sobre catres y que no llevan zapatos:
son pies sin destino y campanas pálidas
y aromas que ya no conocen la rosa de los vientos.
Son lectores incansables de diccionarios de ladridos,
de acostumbrados quejidos de perro sin rabo
en el que ocultar la norma que señala su género.

Pero hay otras veces en que me visto de almirante
y me siento en mi vertical mando de tenerte.
Consumo la sal de los sueños de abrazarte
y de la locura hago doctorados geniales
en donde la tesis acaba llena de latitudes,
de besos como táctos aproximándose.
De vientos que te poseen con relámpagos
que alumbran el tenaz deseo y la costumbre dolorosa
de no poder decir lo que decir debiera.

Solamente me queda el tenaz ruido de un beso distante
y la impronta de tener tu presencia como un sueño.