He conocido a una niña*.

He conocido a una niña de tiernos ojos,
Niña agradable con penetrante dulzura al mirar,
Niña de buenos gestos,
De notorias frases al pensar,
Niña con voluntad de niña,
Quizás con mente de adulta.
Transparente, aunque algo oculta.
De eso, yo no tengo la culpa.
Niña, nunca dejes lo culta.
He conocido a una niña de tiernos ojos,
Niña agradable con penetrante dulzura al mirar,
Niña de buenos gestos,
Con voz efímera y talento al cantar:
He tenido una noche de buen gusto,
Conocí una niña de anteojos,
Que siempre en su linda cara lleva un sonrojo,
Pues se ruboriza con cierta frecuencia,
Cultivando paciencia y experiencia.
Niña, nunca pierdas tu esencia.
Niña con pelo color fresa,
No sé cómo pero huele a cereza,
Boca con sabor piel y ojos frambuesa,
Tez suave, lo sé con demasiada certeza
Quiero cuidarla y aplicar la rudeza,
Nada le hará daño mientras esté cerca.
Es demasiado hermosa,
Manos afables, postura preciosa.
Niña, nunca cambies lo asombrosa.
Inocente me mira fiera,
Dime niña:
¿Qué es lo que planeas?
Tiene inefable personalidad,
la descubrí, y aún no lo creo verdad,
tantas cosas, tan apasionada,
tan maravillosa, parece encantada,
la miro, y veo más que nada,
todo su universo,
aquel que la acompaña,
lo que está dentro de ella,
lo que sus lentes no empañan,
toda su alma abierta como libro,
y lo extenso e hipnotizante de su mirada.
Niña, nunca ocultes tus enseñanzas.
Tan amable, tan admirada,
todos en contemplación y ella ignorando la hazaña.
Baila, canta, ella corre y vela por el mañana.
Quiere un lugar mejor, a todos en armonía y alma.
Niña, sólo no dejes de estar enamorada.
De la vida y de la luna que te acompaña.