A principio de los '90,
cuando afuera llovía y se dormía la noche,
le escribí unas líneas
¿A quién? no lo sé,
a decir verdad no lo conocía.
Lo fui presintiendo.
Pasado el decenio,
la tierra húmeda y joven,
fértil y sorpresiva,
frente a mi rostro asiló al polizón.
¡Dios lo bendiga! - Dije -
Lo vi partir, aún sin rostro, lo vi partir.
Y guardado en la misteriosa sima,
allí donde solo Dios conoce de su hechura,
latía el sueño.
A mis líneas escritas en papel,
les temblaba su tinta.
Cuando yo dormía se acercaba,
y con delicadeza,
asomaba su rostro etéreo a mis ojos durmientes.
Yo no lo veía, pero su amor, me volió a enamorar.
Las horas no dieron más.
Se despertó el día y ya no llovía afuera.
No contenía lo desbordado de mí.
Se partió el tiempo.
Brilló el sol de una manera extraña
que nunca antes había visto.
Lamento no poder decir lo que sentí,
era inexplicable.
Debía haber sido un momento de recuerdos salvados,
sin embargo sobrevivió solo uno:
su rostro.
Quisiera que mi tiempo pudiera contarse en tu ábaco
para presentir mis ecos de polizón...
que son los tuyos.
- Autor: Alejo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de febrero de 2018 a las 00:00
- Comentario del autor sobre el poema: El primer hijo, la primera ilusión.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 73
- Usuarios favoritos de este poema: Texi, ADANS BECMAN
Comentarios1
Ecos, sorpresivos!!!
Ecos, sorpresivos!!! quedan resonando en el resto de los días,
porque un hijo nunca se calla.
Gracias por tu comentario migreriana.
Saludos desde Cumaná.
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