Tití es mi hermano del alma, mi amigo,
que en todo camino y jornada está siempre conmigo…
Tiene cabeza de mono y corazón de niño,
pero cada vez tengo que decirle:
—¡Tití, vete de aquí! ¡Ve a peinar monos!
No es por ser tigresa mi braveza…
Es que en todo el mundo, ni por un segundo,
él para de mover sus manos.
Ya amobló su casita del árbol
con todo lo que encontró en la melena del león.
En mi cabeza él halló un pilón:
—¡Qué horror, sentí un pellizcón!
En la cabeza del venado había un helado...
En la del perico un abanico...
En la del caimán un imán...
En el jaguar, un collar...
—¿Quién sabe de quién es?
En la cabeza del oso encontró la trenza de Rapunzel.
¡En la del loro halló un pequeño tesoro!
Yo le dije:
—¡Tití, con esas cosas da para abrir un mercado de pulgas!
Vamos a capitalizar la selva.
—Que nada, voy a dejar todo para la macacada.
Y ven, yo te quito tus pulgas…
Y metió sus dedos en mi oreja.
¡Él no para con sus manos! Tanto que le di mi cuadro para pintarlo…
Tití sigue sus días esculcando las cabezas de la selva
y encontrando cachivaches,
creando un universo de descubrimientos y chocolates...
Tití va por la vida sin buscar ganancia,
porque, por más que los objetos sean útiles,
no tienen mucha importancia.
- Autor: Mariana Giz (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 10 de febrero de 2018 a las 13:27
- Categoría: Infantil
- Lecturas: 19
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