1
Cuelgo los collares
en el llanto
como huellas submarinas de rosas y mortajas
Como lunadas joyas
el beso nos revela la vibración del cielo
es la hora
del apetito facultado de mis párpados
Eléctricos zanates vuelan deshojando el tulipán
de la infinita memoria
Mar
agua paciente de un sigilo en los muslos
llevan la corriente del sustento de la vista
quieta y acuchillada por el sueño
El viento evade el ejercicio de palmeras
y el azul de unos labios despierta la geometría roturada
de una pulsación fugaz de la caricia.
2
Enmarcada por el desmoronamiento del sol aborrecible
tueste el limón de su vientre
expuesto a la arena sentenciada por el hacha del tiempo
Desde los estíos
el mar
simplemente gime
aquí y allá y en mi primicia
tiembla en su sollozo
Orbité sin acento en los manzanos tajados
por el halo oculto de la galaxia
Me hago en mil mendrugos
soy arcilla
un pedazo de infinito
una ola rota
un cuerpo de escritura
nada más.
3
Tienes las palabras como cuchillos
que cuando cantas
me clavas con tu voz
Tus gestos de flor son el aliento del ramaje
vertical del cuerpo
que a la postre desfila en la paciencia herida
¿En qué momento es necesario tu canto?
Pregunto a esta horas
en que existe una cubierta de hormigas
en la planta
y que las aguas que esgrimen el arma blanca de tu voz
exterioricen el canto que golpea la noche abandonada.
4
La azucena es el candor de la soledad
En la colina se revela la lluvia del vicio blanco
En esta latitud se concibe el secreto de una infamia
Una azucena desordena la proximidad del azul frío
Un aire almidona la sonrisa de una hoja
fumo un bosque encendido
donde la serpiente liba con la nube
y solo un pañuelo se tiñe
con el motín de azucenas blancas
donde los dedos podan el olor celeste
El poema recobra el verso
con su palabra
del iracundo incendio de la voz
Luces de encarnación aguardo
en mí mismo
tiempo unánime
del viento a la deriva.
5
La azucena arde en el espacio del sollozo lento
y hallo el sendero
donde rebordea el galope de la tristeza imparcial
Pon unos labios
pasa el perfume de la luna
antes de que goteen mares
Los grillos pululan y rastrean la noche
Aguarda el plenilunio de la siesta en la esquina de las arañas cansadas
Aquí estamos y las horas son extraordinarias
Ahora la montaña airea una granada de encono en tu ausencia
Corroboro tus pasos hacia la ansiedad de las alturas
La simpleza se amarra a la paciencia y prosperan los acentos de una voz de fuego.
Garzas sobre el agua salobre
Encallada blancura en el estero azul
Camino de aire sobre los párpados
Inmenso mar de harapos escondidos.
6
En el monte se refleja el espacio intergaláctico
Las luces del horizonte
ascienden a los encuentros flexibles en que mi voz
se enredaba en los atardeceres
con espejos y verdores sobre un abismo
Amo la luz sin ornatos prolongados
que señalan puntualmente los rieles de la bestia
Los horizontes se atan al pie de los fruteros
en el encuentro lunar de su albedrio.
7
pulsaciones en el espacio geométrico
Estrella giratoria en la primera lluvia de ternura
Acecho ese rostro
y en la mañana
el viento crece por el prolongado valle del recuerdo
con los aludes de una arquitectura
de arrugadas enaguas distraídas
Mares silbando al azar
y de paso se ordeña el azul polvoriento
Vengo sobre la grupa transitoria de la palma
El capullo es un invento de colores
Las plumas del pavo real
simulan el oficio dulce en un campo de amaranto
Extiendo el mantel del plenilunio
y reclamo la blancura del naufragio
Frutos en el río de la espuma ensordecida
Cantos de emoción con lamentos crepusculares
Tajadas de paciencia en el mediodía
Mudanzas de miradas
existencia de los renglones inconmensurables
senos en vilo debajo del eclipse.
- Autor: Jose Honorio Martínez Ochoa ( Offline)
- Publicado: 13 de febrero de 2018 a las 14:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 58
Comentarios1
En donde los silencios abren las puertas de alguna palabra retenida!!!
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.