Estoy aquí donde terminas tu, mirándote perplejo, encontrando algo familiar, viendo como centellean diminutos granos de azúcar en el borde de tus párpados. Entonces me acerco, casi nos pisamos y te sorprendes tan lentamente que no te permite esbozar ni la más simple de las sonrisas.
Mi mano entonces se levanta por tu brazo rígido, poco a poco te escala, generando un imperceptible sonido, como una bandera voy izando esta caricia culminandola gloriosa sobre tu hombro frio.
Es el momento, con mi mano como si fuera una noble espada, atravieso en una sola acometida toda la profundidad de tu pequeña barbilla, y cerrando mis dedos una garra suave se cierne bajo la coyuntura detrás del pelo que enmarañado y juguetón crece sobre tu cuello.
Entonces sintiéndote ya descolocada, tu rostro con todas sus estrellas viene hacia mi rondando con un viento que solos oímos y nos abruma.
Pero tu mentón se inclina, tus mejillas enrojecen, los pómulos se disuelven en un vaivén cada vez más precipitado mientras mi sola mano, débil te sostiene. Dejándose llevar, tu nuca en mi palma se hamaca, como una niña en una plaza cualquiera olvida la vida en cada impulso.
Tus ojos se hacen pesados y lentamente se caen rodando, las pupilas se abisman acuareladas sobre la línea de tus negras pestañas.
Ansiadamente comienzo a ver la escencia de mi deseo, vaya fenómeno incomprendido de la vida, tu boca el capullo más inexpugnable en una remolona primavera de pronto se rinde y estalla.
Finalmente puedo ver el blanquecino resplandor sobre el profundo misterio de tu boca aportado por tus tímidos dientes.
Y acaso en un estado de hipnosis consciente, todo mi ser no procura más que besarte.
- Autor: Mati Lupi ( Offline)
- Publicado: 13 de febrero de 2018 a las 21:47
- Categoría: Amor
- Lecturas: 30
Comentarios1
B ello, desbordante!!!
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