Dulce niña que en tu beso armónico cantas
mi alma y la tuya como un extranjero,
«bounjuor», o «arrivederci» en la parla italiana,
en la torre de Astura y el mar de tus sueños.
Encuentro divino entre los mágicos seres;
como se encuentran dos estrellas solitarias:
una de lejos en la sombra y de ricos matices,
y la otra de cerca en su desnudez imaginaria.
Cisne morena que viste en oro pragmático
lo que vestía tu amor y mi alma desnudaba
en las noches enteras de placeres sofísticos,
los suspiros en tu boca mi universo iluminaba.
¿Deseas acaso que te ame en célicos cuentos
en que los actos se escriben con luz encantada?
¿O prefieres las runas de los dulces venenos
en que Romeo encontró a su muerte gallarda?
A compasillo:
Que linda la vista del élfico atrio
suena un coro de notas idóneas
recitan en Sol un polífono Himno,
y beso tu nuca de parda Magnolia.
Prosa que impregna la rítmica rima,
al árbol entero de flores fragantes,
besa mis manos de luna pérdida;
que soy tu poeta y tú mi amante.
A tempo:
El carruaje de plata aguarda en el reino,
donde saliste a buscar a un príncipe falso,
aguarda los viajes en extraños senderos,
y te siguen de cerca tus tres dromedarios.
Recuerdo el eco donde tu voz con la mía,
el unísono son de un vals nos marcaba:
promesas eternas y noches magníficas,
¡Ay, el amor y la eternidad se mezclaban!
Se apaga el ocaso en la torre de Astura,
las olas revientan los sordos recuerdos,
me hablan vibrantes con blanca bravura,
me dicen «te amo» en dulces destierros.
Al Alba le escribo en las prosas extensas
con rígido fuste de un blanco marmóreo,
ella en silencio se baña en la rica ternura
que da los colores de un inmaculado óleo.
- Autor: A. S. Duarte (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de febrero de 2018 a las 23:13
- Categoría: Amor
- Lecturas: 15
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