En el abismo inútil del pasado
bolsas rotas y abiertas de residuos
derraman sus oscuras pestilencias
de rencores errores desamores
de lo que pudo ser pero no ha sido
de estériles opciones contrafácticas
lo que debí decir pero no dije
lo que no debería haber dicho nunca
mis dedos arañando nucas calvas
los gritos que se ahogaron en silencios
las muertes imposibles pero ciertas
las decisiones de una noche en vela
que después no tomé las injusticias
toleradas y las indignidades
condescendidas voluntariamente
los pétreos nunca más abandonados
los edificios de ilusiones vanas
reducidos a escombros
En la pantalla cinematográfica
se proyectan futuros ideales
sinuosos derroteros que conducen
al éxito preciso inexorable
postergaciones prudentes necesarias
resignaciones sensatas calculadas
y la fatal certeza cristalina
de que si ahora no hago lo que quiero
que si ahora postergo mi deseo
que si resigno lo que está a mi alcance
si rechazo la dicha que se ofrece
voluntaria epicúrea y en pelotas
seré recompensado por los hados
setenta veces siete y obviamente
la decisión racional inteligente
es incendiar sumiso en esa hoguera
sacrificial mi suerte y mi ventura
en pos de la promesa tan creíble
de un futuro mejor
Equidistante de ambos impostores
está el grano de arena singular
cayendo…
el instante la gota en la clepsidra
el único momento verdadero
el universo real fatal tangible
aquello que impresiona mis sentidos
la angustia el miedo la buenaventura
el placer el dolor y la desdicha
el único tesoro que tenemos
la vida, en suma
Todo es ese instante
inexcusable ingobernable ciego
que convoca imperioso a bien vivir
o al menos a vivir
En el ajedrezado del destino
he elegido pisar esas baldosas
que gravitan la paz y la bonanza
las que derraman miel cuando se tocan
y evitaré pisar a toda costa
esas baldosas negras azabaches
que hacen doler los pies y toda el alma
no me importa el camino al que conduzcan
no quiero caminar mirando lejos
Decido disfrutar de mi baldosa
Decido ser feliz.
- Autor: Julián Centeya (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de febrero de 2018 a las 10:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 135
- Usuarios favoritos de este poema: Anton C. Faya, Jorge Horacio Richino, kavanarudén, Aqua Marina, Yamel Murillo, Lucy Shines
Comentarios5
Aqui y ahora, la unica mensura del ser...
Cualquier otro pronostico, puro egoismo...
Gran batalla el entenderlo y aceptarlo, la ruta la da el corazon...
Abrazo hermano, desgarra el papel tu versar, carnalmente excelente...
Gracias, Anton, por tu análisis certero.
Gran batalla la de vivir el hoy sin contaminarlo con sombras pretéritas, ni condicionarlo con promesas por venir. Batalla que solemos perder, y entonces resignamos el único instante verdadero que podría haber sido y caminamos la ruta de la frustración y el dolor.
Tal vez ha llegado el momento de empezar a ganar esas batallas...
Un abrazo apretado, mi hermano
No se puede remar cuando el bote se halla en un banco de arena, porque no conduce a ningún lado. Hay que tomar la decisión de bajarse del batel y emprender una nueva ruta. Seguramente no se deslizará en suaves aguas, sino que tendrá que sortear piedras con gran esfuerzo, pero es la única manera de salir antes que te trague la arena.
Hermosos versos, Rafael! Como siempre cargados de profundos sentimientos y excelente poética!
Te envío un cálido y sincero abrazo!!!
Llega un punto en el que uno se cansa de remar en dulce de leche.
Gracias, Jorge, por tu análisis y tu afecto.
Un abrazo grande
Excelente
Preciosos versos Julián.
Profundos sentimientos que se expresan a través de tus versos.
El tesoro más grande que tiene el ser humano es el momento actual, ese aquí, en este momento precioso.
Un placer siempre leerte
De mi parte un fuerte abrazo
Kavi
El placer y la satisfaccion son todos mios, mi estimado amigo
Un abrazo y gracias por leerme
El presente es todo lo que tenemos, el vivir aqui y ahora es nuestro deber.
saludos!
Es nuestro deber. Y es nuestro derecho el ser felices.
Gracias por tu comentario
Me encanto tu poema, q he conocido gracias a Anton Faya- Un gusto leerte, saludos cordiales
Gracias, Lucy. Es un placer que hayas pasado por mis letras y que te haya conmovido mi texto. Pero es un honor que el anfitrión haya sido un grande como Anton, un amigo. Un hermano.
Abrazo
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