En el púlpito y de frente al sacramento
un niño lo observa dar a los feligreses el cuerpo de Cristo
con esas manos que lo lastimaron
no solo en su cuerpo si no en la conciencia.
Es un asesino, deberían juzgarlo
ha matado el alma del que era un niño.
Antes que sus manos sucias de deseos
tocaran su limpia mirada y cariño
el siempre jugaba a ser sacristán
ofreciéndole a Dios diario un sacrificio.
Ahora ese niño se volvió hombre
perdido en los bares, bebe y recuerda al maligno
al que le robó su inocencia, lastimó su alma
mató su fé y hoy es el obispo.
- Autor: PASIONFELINA (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 20 de febrero de 2018 a las 15:37
- Comentario del autor sobre el poema: Gracias por leerme.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 345
- Usuarios favoritos de este poema: Ӈιρριε Ʋყє ☮, neosan, Silvestr, José Santos
Comentarios1
Duro y fuerte el poema, crudo y mordaz pero doloroso por las consecuencias de la indignidad de alguien.
El obispo es un hombre como cualquiera esta lleno de imperfecciones y pecados pero eso no debe tocar nuestra fe pues Cristo es verdadero dios.
Con cariño
JAVIER SOLÍS
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