Yo que te conocí amarga
más amarga que la misma hiel,
he hallado en ese silencio
de la noche oscura y larga
que ni el dolor, ni el desprecio
cambian lo dulce de la miel.
Te inculpé de toda herida
y en un sumario quejoso
buscaba justicia del Juez
que es Dador de amor y vida,
y Él que es misericordioso
quitó lo amargo y puso miel.
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