El monaguillo esperó a que salieran todos los feligreses.
Una vez que la penumbra y el silencio reinaran sobre el altar
mayor de la parroquia, cuchillo en mano, se dirigió con saña
al crucificado que lo presidía, que parecía mirarle con estupor.
Emprendió la venganza serrando el madero en el area que
dejaban libre las sangrientas pantorrillas, hasta acabar con el
susodicho estampado contra el suelo bajo un estruendo que
enervó a toda la sacristía, en ese instante solo ocupada por
el párroco.
¿Que ha pasado ángel de Dios? exclamó éste enardecido.
Repuso el primero:
Pues que ya no es necesario, no nos escucha.
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Autor:
Albertín (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 27 de febrero de 2018 a las 18:41
- Comentario del autor sobre el poema: Ya no nos quedan dioses que invocar.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 17
Offline)
Comentarios2
Los niños casi siempre soltando verdades como puños...
Saludos Alberto
Así es. Un saludo.
...si el mundo fuera mas ateo sería un lugar mejor...solo hay que repasar la historia, sus "holocaustos" del hombre contra su semejante todo por absurdas creencias fabricadas por ellos mismos...
Con este comentario no quiero fomentar aquello de la igualdad o palabreria de izquierda...soy todo lo contrario..soy práctico, .alguien que sabe distinguir control de libertades...
Muy buena tu prosa Alberto...
Gracias por la energía que has derramado en mi casa, que también es la tuya. Un abrazo 4266.
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