La segunda vez que casi mueres.

 

Estabas con los ojos abiertos

y el alma y el cuerpo largo,
vestías de dos colores amargos
con tu pelo de gris y pardo.

La luz se escurría por un lado
tu mejor lado, donde no estas
pero te encuentro jugando,
ascendida del hedor que respiras.

La piel opaca que te cubre
lleva marcas que no se miran,
tu dolor punzante que consume
y un tumor que me lastiman.

En tus ojos, el brillo de siempre
avanza dentro de mi y el recuerdo
y llenando tu sonrisa descubre
aquello olvidado en un pasado.

Se me agolpa el llanto dentro
y extraño la imagen tuya
en que te encontrabas riendo
y viviendo la hermosa vida.

Tan frágil corazón es contenido
como al llanto una lagrima
de pronto, escapa dentro,
de pronto, solo se termina.

Por una vez tu llanto pausado,
por otra mas un par mas,
mas aún, tu espíritu cansado,
de risa llena las almas.

Y entonces, más que mi palabra,
mi ser entero al cielo implora
que éste cáncer te deshabite toda
llevándose de carne lo que sea.

Y entonces habremos ganado
todos y todo lo que buscamos,
ahogando algún rencor pasado,
siempre sobrevivimos los que amamos.

Entre el vacío de una cama,
la ventana rota y manchada,
y tantas historias diferentes,
mi mirada te guarda y aguarda.

Me arrebatan las palabras
que desde dentro y fuertes,
te hablan de tanto y nada,
dicen poco y se cortan tristes.

De nuevo la luz de la ventana rota
y aparece en ti, un retrato mío,
tu figura postrada y tu cara,
"nunca te voy a dejar", te digo.

Me prometo y a tus ojos silientes
no escribirte más y solo quererte
en esta segunda ves que casi mueres
nos morimos un poco con tu muerte.