Te echo de menos, por lo que más quieras, vuelve a mi vida como vuelve a la bebida el el buen alcóholico, vuelve a mi, como volviese yo a ti, retina, pretil delgado que me separa de la nada.
Te amo y no se ya que hacer, estoy desesperado. Quiero ir por ti y recuerdo que no puedo. Tengo hambre, sed, miedo, hipotermia, tengo ganas de verte sobre todo. Me muero, a, b, c, corrígeme si me equivoco, pero desde que te perdí ya no me recuerdo, desde que te perdí, perdí mi vida y solo es mía mi muerte y no me importa.
Bla-Bla, no quiero oír ni lo que pienso, a menos que sea tu voz. Lo que más odio de mí es que no te tengo, quisiera ya no ser yo, quisiera ser otro, quererte, seducirte. Es como un deseo intravenoso, un despojo de vanidad inmaculado, una ruta de coca, un asesinato. Es real, horrible, abominable, me quiero si es que acaso estoy contigo, de lo contrario no me importo; me muero, nos mato, lo morimos.
Ya está, ¿acaso quieres el ABC? Pues no miento si te digo que sin ti no hay matices, no hay dolor siquiera, porque cuando no estás el mundo impone nuevas leyes que me prohíben cualquier indicio de que sigo vivo. Y así voy, con mi ABC inodoro, con mi mentira de abrigo, inmerso en ese limbo que invocas a lenguas marcianas y omnipresentes. Ese es el ABC, querida lanza-llamas, estúpida jeringa de realidad, si no te quisiera tanto, te odiaría, pero no es el caso.
Mi soledad camina a pasos agigantados, come proteínas y se alimenta de sí, de lo que me dejas cuando huyes de madrugada. Eres un asco, no soporto quererte como te quiero, maldita sea mi estúpido mundo de mentira y tu estúpida manera de entrometerte. No quiero más que estar ahí donde se cruzan las diatribas, donde tus labios se mueven y emites el ruido de mis sueños con tu boca.
Tú: predicadora de catástrofes, volante maquiavélico del mal, pequeño saco de vanidades predispuestas. Tú que me amas y yo que te amo, maldita sea mi suerte, bendita sea mi desdicha. Cuando te conocí hubo una lluvia de estrellas incendiadas y una masacre del conglomerado de mis vidas míticas, de mis seudo historias. Esas mismas estrellas que moría por ver cayendo, fueron los proyectiles en llamas que me acribillaron. Todo por tu estúpida cara de esfinge, odio tu cara de esfinge. Tus brazos, tu maraña inter-dimensional de dedos diferidos, tus caderas universales, tus piernas de cristal roto con cianuro.
Me rindo, cha-cha-cha, el acabo-se del asunto es el hoy infestado de antimateria, de anti-amor, anti-astucia, anti-yo-mi-me. Esto no es nada ya, a la mierda los placeres incendiarios de tu boca, a la mierda los orgasmos cautivos en tu pecho que se amotinan cuando toco tu entre pierna; a la mierda tu mundo (que comprende al mío), a la mierda yo y tu, tú y yo, a la mierda el nosotros que pudimos ser y suicidamos antes de nacerlo, a la mierda que te quiero como quieren los astronautas.
- Autor: Morales D. (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de marzo de 2018 a las 12:44
- Comentario del autor sobre el poema: Que les aproveche mi seudo-drama curcilesco.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 62
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