Quizá Sí, También… ¡O Tampoco! Quizás...

Un día te veré a la vera del camino,
acompañada por alguien que
alguna vez soñé ser yo... o no.
Y este amor tardío frustrará
otra vez su pasión en aras de buenas
costumbres, y sonriendo te diré:
¡Pero señora! ¿cómo está?… ¡y que bien se la ve!

A mi lado, por supuesto irá
en mi compañía… alguien
que espero habrás soñado ser tú... ¡o no!
¡Muy bien, caballero, deporteando en el jardín!...
Tu respuesta será acorde con tu talante decente
Y de frente iremos en opuestas direcciones.

Y nuestros acompañantes se mirarán
sonriendo ufanos de tan distinguida
y prosápica conducta. Se apergollarán
orgullosos de nuestros brazos
y en sendas disparejas, dos caminos seguirán;
El mío hacia la costumbre,
el tuyo, a la comodidad…

Y es que el amor tardío es así: tímido y cansino
Allende los años, quedaron las ansias
brutales de pasión, que quemen
hasta los futuros probables.
Y queda sólo la sonrisa perversa, escatológica
del amor prohibido,
inefable, imposible y craso.

¡Qué lejos quedaron los arrogantes impulsos!
del París que, apostando imperios,
  enrristraba su inflamada pasión.
No digo lejanos en el tiempo,
sino en el pobre ánimo
que no se atreve, sino a mirarte de reojo,
¡cobardemente!... y tú... ni me miras siquiera,
por no delatar tu adentro...

¿Y si hubiera sido hace treinta años?
-Voy pensando- La carne firme y el espíritu
despierto... ¿Fuese diferente?
¿Saldrías, huyendo de brazos
prometedores, a los vanos?
¿Encararía yo, la difícil puerta
pasionaria de otro modo?...

¿Saldríamos huyendo lejos? Quizá sí, o quizá no
¡Cosas que tiene la vida!...
¿Quién hubiera imaginado? Que después
de acunar frutos, de frutos, en las piernas
de súbito te mires y te encuentres, ¡loco
y enamorado!… de ti, o bien puede ser
de tu pretexto para el coloquio…
¡o bien de lo prohibido,
que resulta siempre delicioso!

En la siguiente vuelta al parque, me verás,
y yo te veré...
pero las miradas que se entrecrucen
no serán las nuestras.
Ellos sonreirán con cortesía…
Nosotros, desviaremos la mirada.
Tu recogerás una flor solitaria
y fingiendo que la admiras, dirás:
¡Que viento!... y pretextarás al aire
para secar la lágrima culpable.

Yo, con paso lento,
miraré hacia otra parte mientras tanto..
¡Te quiero!... Dirá tu compañía.
¿Me quieres? Preguntará la mía...
Y tu ternura huirá de la flor,
mirando hacia mi lontananza.
¡Yo también! Dirá tu boca...
¡Por supuesto! Responderá la mía
Y yo miraré a lo lejos,
sonriendo simple… y sin esperanza
Te veré, me verás. Quizá sí,
quizá no. ¿Quién lo sabe?

Así es el amor de otoño.
Loco, deshojado, sucio y tierno...
Como charada última,
de la propia vida que promete y cumple...
Un amor de corazón rebosante
de multicolor primavera
Y unos cuerpos que anuncian la
llegada del invierno...
Te veré... Me verás...
Quizá sí, también… ¡o tampoco! quizás...