Oda a las palabras
Las palabras susurrantes van caminando por los surcos de tus orejas para decirte mi amor prohibido que ha venido haciendo vastos jardines de rosas rojas, de rosas blancas. Y allí van con sus ondulados perfumes que hacen vivo los sueños y las ilusiones.
Las palabras se ven entre ellas recitando poemas catárticos para estar siempre vivas y así irse por los riachuelos de las esperanzas y las alegrías que prometen quedarse acogidas entre ellas para no ser olvidadas. Porque temen ser raptadas del aire del jardín botánico, es por ello que están acogidas en las hendiduras de los pétalos para nunca ser ausentes en estas ilusiones sensibles, apremiantes.
Las palabras son suaves alientos que van cultivando ternuras y caricias. Y no se consideran pecados por ser prohibidas ante los ojos de quienes se aman, son de ellos y viceversa. Es por ello que abandonan la desdicha, porque siempre quieren estar de fiesta en los corazones que se murmuran sentimientos plácidos: la digna bondad, la gloria del beso.
Las palabras son el consuelo diario que va recogiendo en sus cavidades las gotas salinas del amor que se muda al dolor cuando algo de algún sentimiento no es comprendido para otro sentimiento. Es entonces que se hacen confidentes para ese irse más allá de las lágrimas y encontrar en la oscuridad un poco de paz y serenidad.
Las palabras cuando a la soledad se entregan, sienten en cada abismo y planicie que se dejan rozar del viento horizontal y a veces se alcanzan a escuchar cuando caen de súbito en el pavimento o en algún café desierto en donde tienen un triste final, puesto que le son insulsas y van a parar al bote de basura, por unas manos que están de turno.
Las palabras cuando no llegan, se hacen nada con un latido de desaliento que les va vistiendo sus ángulos y vértigos, provocando en ellas el misteriosos sueño de que están muertas, en alguna canción, en algún cuento. Y se ven cual madrigal sin fortuna, sintiéndose entre ellas que solo se sienten golpear una detrás de la otra cual triste comedia en que los prohibidos ya no están.
© D. Valencia Tobón. Reservado todos los derechos de autor.
- Autor: D. Valencia (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de junio de 2010 a las 01:25
- Comentario del autor sobre el poema: Dedicado a ella, que vino cual jinete desenvainando su espada, atravesándola en mi pecho. Y así hacerme vagar por las planicies y los bosques de la poética.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: Violeta, FELINA
Comentarios3
Magnifico, es un placer el haberte...Leído...
Besos!!!
Kalita..
CUANTA INSPIRACION....ME GUSTA COMO ESCRIBES ...BESITOS
ME ENCANTO TU POEMA, ME LO LLEVO A FAVORITOS.
ABRACITOS.
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