Llegaste una mañana de junio muy temprano,
el sol no había salido aún y ya nos llenaste de alegría,
camine sin mirar atrás como un ser humano
que busca en la eternidad la divina gloria.
Claro que no podía ser mejor tu llegada,
con muchas emociones y tantos sueños,
mi reina soberana de cada madrugada,
la que cuidara mis noches de mis viejos años.
Aquí estoy yo estirándote mi mano,
cuidando tu alegría y también tu andar,
mañana tú guiaras mis pasos en mi camino
y cogeré tus manos en mi débil caminar.
Como has crecido mi reina soberana,
la dueña de mi alma y de mi corazón,
no olvides que aquí estoy, en cada mañana,
esperando tu llegada, entonando mi canción.
Que cansado estoy ya de esta vida,
que quisiera ya mi cuerpo descansar,
pero sé que causaría mucha herida,
pues aquí estoy buscando tu mano para andar.
Aquí estoy yo, viéndote de cerca crecer,
llenar mis ojos de lágrimas por tu amor,
mi diosa, mi reina, tuyo es mi querer,
no me faltes nunca, hija de mi amor.
15 junio 2017
- Autor: Federico Mendo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de marzo de 2018 a las 07:17
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema es dedicado a mi nieta Ericka Dulce María Vásquez Mendo
- Categoría: Amor
- Lecturas: 55
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