Obsesionada con la muerte,
con visiones de la tumba frente a mí.
Clavos en las cuatro esquinas,
y fuera del ataúd veote a ti.
En una mano llevabas flores,
la otra temblaba febril.
Dejaste las flores en la tierra,
las manos acercaste hacia mí.
En invisible tela me envolviste,
con tela de tu telar.
Sin ver la gente lloraba,
en el abrazo no hay penar.
En la tumba quedaron flores,
se ahogaron junto al pesar.
Yo no me ahogué con ellas,
por ahí me fui a caminar.
- Autor: Consuelo Soto ( Offline)
- Publicado: 24 de marzo de 2018 a las 00:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 95
- Usuarios favoritos de este poema: chico_sad
Comentarios1
Es como aquella alma que camina solitaria en el mundo, nadie la ve nadie la siente. Muy bueno. Saludos
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