Hoy, hasta las piedras miran un cielo mortecino,
y se fuga un silencio en no sé qué fuego
de una tarde que sangra mientras vive y muere luego
en la noche de tu muerte, luz de todo camino.
Señor, que perdonaste aún en la agonía
al que de tu dolor y lágrimas se mofaba,
que por ser hijo de de Dios no te aprobaba,
no alcanzó a ver que ya el mal perdía.
Y del pecado sus días fueron contados
cuando tus ojos se cerraron al desamparo,
ignorando los demonios del hombre ser derrotados,
pues tu redención brindó un obsequio claro
a quienes de su ruina pueden ser reedificados;
felices quienes te aman, pues por ti son amados.
- Autor: Jesús Anibal (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 27 de marzo de 2018 a las 20:09
- Comentario del autor sobre el poema: En estos días, y a este hombre, el más grande, un soneto en honor a su admirable ejemplo.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 12
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