Desencriptando Sueños

Kleber Exkart

Dicen que, para que un sueño se realice no debemos contarlo. La verdad es que por muy bonito y gratificante que haya sido mi sueño de la noche de ayer no quisiera se realizara. No ha sido precisamente un sueño húmedo, de esos que nos ponen a cien nuestras testosteronas. Ha sido mas bien idílico, platónico, con un poco de tinte canallesco en el que yo jugaba el papel de seductor. Debo confesar que disfrute el sueño, fue una especie de catarsis memorial.

No se cuanto tiempo han estado allí subyacentemente en mi retina esas miles de diapositivas en la que la diva de mi sueño ha tejido igualmente su propia novela. Lo curioso del caso es que solamente recuerdo una vez que tuvimos unos roces en nuestros labios. Luego por esas cosas de la vida y el vino nos fundimos en un beso profundo, acaramelado; sabía a caña de azúcar. Fue el beso mas intenso que recuerde he dado. Fue en una noche de copas en la que relajamos la moral, pero por esas mismas malignidades en que la moralidad nos pone muros, ella no quiso saltar la verja. Prefirió quedarse del lado del estereotipo socio moral, que nos impone la cultura religiosa y claro los miedos son los escondrijos donde nos parapetamos de nuestros depredadores.

Tal vez ella ha olvidado el beso y la noche. Igual pensé que en mi, estos recuerdos estaban fuera del tiempo, encriptados en la desmemoria. Sin embargo han aparecido en una noche de insomnio, recreando el beso aunque en un escenario diferente; donde el colorido de la tenue luz de mi habitación nupcial le ha dado un toque, como ya dije canallesco que hubiera preferido no ocurriera. No es que maldiga el momento sino que no era el lugar.

Pero allí ha estado ella. Dejándome avanzar primero como si fuera un mimo y luego como un poseso. Me vi ebrio de lujuria. No era yo. Era el sarcasmo yendo tras la piel de sus labios, buscando la gruta del sabor a miel que se me agolpo como la primera vez que la bese. No reparé en la mujer que yacía en mi catre, solo quería devorarla, era tanta la furia de la pasión que olvidamos que mi mujer dormía.

¿Porqué estaba allí y cuál era su fin?. Ingenua pregunta para la existencia mísera de un caído de Eros. Levitaba entre mis brazos, hermosa. Radiantes sus labios me invitaban a besarlos. Ya no fue solo un roce, ni un beso de profusión, fueron besos de amantes que jamás se han acostado. Temía dejarla, quedar sin el néctar de sus labios. El aurea envolvente del sueño nos llevó mas allá de la noche. Éramos marionetas de esa vorágine que una noche nos succionó hasta dejarnos sin salivares. Éramos dos amantes prístinos disfrutando el beso como cópula. Así quedamos fundidos en un nuevo encuentro furtivo. Tal vez algún día después de esta narración llegues hacer mía. Mas lo he contado para poner un nuevo muro entre tu beso y mi pecado.

  • Autor: Kleber Exkart (Offline Offline)
  • Publicado: 29 de marzo de 2018 a las 13:21
  • Categoría: Surrealista
  • Lecturas: 19
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1

  • Raquel Fraga

    Una historia muy bien narrada. Me gusta especialmente ese final que le has dado. Un saludo.



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.