Podría decir tantas cosas sobre mi padre, que necesitaría varios años, en parte porque hay mucho que contar y en parte porque pienso que no tengo la capacidad de narrar como él merecería. Tratare de concretar todo lo posible sin dejarme ningún dato importante.
Cuando vino al mundo en 1932 se estaba gestando la guerra civil que habría de dejar el pais desolado. Si a eso le sumamos que a los pocos meses de nacer, al igual que le ocurrió a mi madre, la poliomielitis se cebó con el, aunque gracias a una operación quirúrjica pudo desembarazarse de las muletas, podemos dar por hecho que su vida no fue lo que podría decirse un camino de rosas. Nació en el seno de una familia muy humilde, en la que los únicos ingresos provenían del sueldo de mi abuelo, que trabajaba como pastor asalariado( con el tiempo y mucho sacrificio pudo hacerse con su propio rebaño).
Hoy en día las personas nos quejamos de todo, somos unos inconformistas empedernidos. Por eso yo cuando veo en las noticias a la gente exigiendo derechos y más derechos a la vez que van olvidando sus deberes, me acuerdo de las historias que me contaba mi padre y no puedo evitar reír. Historias de tener que subirse con su minusvalía a la copa de una higuera a coger el único higo que quedaba en sus ramas para poder llevarse algo a la boca. Historias de tener que recorrer varios kilómetros hasta una fuente a llenar el cántaro de agua para beber. Historias que permanecen gravadas en mi memoria y por eso me siento tan afortunado de disponer de agua con el simple gesto de girar el grifo o de que en mi mesa no falte un plato de comida.
Fue un hombre que supo sobreponerse a las dificultades y afrontar los problemas con una entereza fuera de lo común, un hombre bastante inteligente y con una voluntad de acero, aparte de ser fuerte como un roble. Pasó su infancia, como digo, en el pueblo del que ya he hablado en otro momento. Siempre tratando de burlar a la miseria, entiéndase por miseria el hecho de tener que ingeniárselas para poder cubrir las necesidades básicas. En el fondo pienso que eran más felices de lo que somos hoy nosotros, para mí la miseria tiene que ver más con el alma, como bien describe Victor Hugo en su novela " Los miserables". A la edad de 25 años marchó a la ciudad con su madre y alguno de sus 5 hermanos y se colocó en una sastrería a trabajar. Por lo visto, su jefe estaba bastante satisfecho con su labor y pudo haberse quedado en la sastrería hasta jubilarse. Sin embargo, a los 32 años, y siendo prácticamente analfabeto, le dió por ponerse a estudiar magisterio. De día trabajaba en la sastrería y por las noches, a la luz de una vela, pues tampoco disponían de luz eléctrica, estudiaba hasta las tantas de la madrugada. Así durante 8 años(4 de bachillerato y otros 4 de magisterio) hasta que a los 40, una vez terminada la carrera, consiguió una plaza de profesor interino de primaria y ejerció durante 25 años hasta que se jubiló.
Era un hombre muy recto y demasiado serio para mi gusto. Es posible que las calamidades a las que se vio abocado le obligaron a tomarse la vida en serio. Tengo que decir que lo poco o lo mucho que sé, en gran medida se lo debo a él, pues no solo me enseño a multiplicar o me inició en el hábito de la lectura, sino que me inculcó el amor por la naturaleza. Mi padre era un maestro que en sus ratos libres se dedicaba a plantar pinos o hacer de apicultor. Es seguro que entre árboles plantados e injertados la cifra supera los mil. Tambíen me adiestró en otras disciplinas como las leyes básicas de la física, por ejemplo. Nunca olvidaré, a pesar de que yo contaba con tan solo 5 o 6 años, la tarde en que se encontraba sentado en la tierra y yo me senté a su lado. Cerca nuestro había un pedrusco casi tan grande como yo. De pronto me dijo "Hijo, mueve esa piedra". Yo comencé a empujarla, lo intenté con todo: con las manos primero, con el hombro, con los pies... pero nada, no conseguí desplazarla ni un milímetro. Piensa hijo, piensa, me dijo. Entonces cogió un palo como palanca y una piedra más pequeña que utilizó de punto de apoyo... "Dame un punto de apoyo y moveré el mundo, dijo Arquímedes" me decía. Y me mostraba que cuanto más cerca se colocase el punto de apoyo del objeto a mover, menos esfuerzo suponía. Yo estaba convencido de que habría podido moverla con sus rudas manos, empujándola con uno de sus imponentes dedos. Pueden parecer simples anécdotas sin importancia, pero son reglas esenciales que me han sido muy útiles a lo largo de la vida. Me atrevería a afirmar que si no he ido nunca a la universidad, es porque he tenido al mejor maestro posible como padre. Lo que ocurre es que él, a pesar de darme tantas lecciones, no me podía entregar los diplomas. Tampoco los he necesitado por ahora. El 22 de abril se cumplirán tres años de su muerte. Murió de viejo, con 83 años, y ciertamente pasó sus últimos años, sobre todo desde que falleció mi madre, en un estado de tristeza y senilidad bastante lamentables para un hombre con su fuerza y vitalidad.
- Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de marzo de 2018 a las 21:00
- Categoría: Sin clasificar
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- Usuarios favoritos de este poema: kavanarudén
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