Hay cadenas invisibles en el alma,
hay barrotes que te impiden ver la vida,
y es entonces cuando surgen las arrugas
por tener la libertad, así, marchita...
Se oscurecen corazones, de repente,
se intercambian esperanzas por espinas,
y los tiernos corazones de los niños
ya no saben si es de noche o es de día,
y esto es triste porque ocurre a nuestro lado,
en las calles y también en las esquinas,
en las casas de los ricos y los pobres
y en las almas de los hombres que vacilan,
hay un viento aterrador que me estremece,
es un beso que me llega con la brisa,
las monedas de algún Judas, como amigo,
las palabras, con consejos y mentiras.
...Si pudiera conseguir que tú salieras
para ver la primavera tan bonita,
si pudieras permitirte este capricho
volverían a tus labios las sonrisas,
volverían a cantar los ruiseñores
y también regresarán las golondrinas,
en un cuadro, sin igual, de los recuerdos
que la sangre nuevamente resucita,
pero quiero que tú seas la princesa
de ese verso, en el poema, que nos brinda
y nos dice que sigamos adelante
que la vida hay que vivirla día a día,
porque somos peregrinos, vagabundos,
caminamos y llevamos las mochilas,
por desiertos y por calles solitarias
recogiendo las migajas que nos tiran...
"...Hay cadenas invisibles en el alma
y yo tengo mil grilletes en la mía;
solo espero que tú vengas con tus labios
a decirme lo que guardan tus pupilas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/03/18
- Autor: Pyck05 ( Offline)
- Publicado: 4 de abril de 2018 a las 12:21
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 98
- Usuarios favoritos de este poema: Flor de otoño
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