Nuestras almas!!!

Cualquier lugar es un abismo, pero no hay peor abismo que el alma.

Las manos sujetan las cosas, pero jamás sostienen las almas, ¿has anhelado alguna vez rozar el alma de alguien?, ¿te has dado cuenta el escalofrío que da sólo pensarlo?, que miseria es reconocerlo.

Un mínimo encuentro y el alma de alguien al desnudo puede enloquecernos, hacernos perder la perspectiva, tornarnos violentos o avasallarnos hasta disolvernos en su esencia, el alma de alguien sin mediaciones puede dejarnos presos para siempre.

Cuando presentimos un alma bella, se desata una fuerza destructiva que nos empuja a querer poseerla, la mente entonces se vuelve nuestro peor enemigo, la imaginación nos juega la peor de las tretas, ¡las almas no se tocan, no se alcanzan!, el alma que anhelas puede hacerte reír, enojar, puede avivarte, mantenerte enajenado de la inmediatez, puede dejarte absorto un rato y revolotearte por algunas regiones sin nombres, la cualidad del alma que anhelas es atraer fuertemente la tuya sin tocarte.

Y tu alma ¿qué luz atrae?, te has preguntado si tu alma ha sido ese abismo que se anhela, aquí estamos nosotros pensando que las relaciones son esa costumbre llevadera en la que nos atrincheramos, esa dinámica en el que las fuerzas llegan al equilibrio, ese mar revoltoso que al final de la escena encuentra la calma, esas relaciones pequeño perdedor son el juego cruel de la sobrevivencia, a la gloria y al infierno se llega por otro camino.

En una verdadera mezcla las lamas explotan, nada tiene equilibrio, es el choque de las fuerzas despedazando lo concreto, no hay nada llevadero y la calma no encuentra sitio, en la mezcla perfecta las almas agitan los cuerpos pues los obliga a compartir el mismo tiempo y eso mi deslucido amigo es una relación, las lamas ocupando violentamente espacio y tiempo, el disfrute y despoje de los cuerpos, la gloria del ascenso y el infierno del olvido…