Mientras dormías

Alfredo Daniel Lopez

 

Mientras dormías -relato en prosa-

 

... dormir contigo arrecostada sobre mi pecho, con tu media melena rubia que cae coqueta sobre una parte de tu rostro, y éste al verme de luz se llena,  es un inmenso placer... ¡Eso es verdadera belleza!  
Y voy, sintiendo como me quema el calor de tu respiración y en cada exhalación, siento cariño que me embriaga aquel aroma que de ti sale y se entremezcla con tu olor natural, y estos se combinan con el Chanel N 5, que atrevidamente te propongo como afrodisíaco, como mí perfume preferido, para esos momentos que has de estar conmigo. Mientras esa difusa, heterea, fina e invisible columna de aire se mezcla con mi respiración y flota caprichosamente sobre la habitación, ¡yo me siento como un dios!, y me deleito acariciando suavemente tu rostro, para luego entrelazar mis manos con las tuyas. Sentiendote tan mía como me sientes tuyo mío en aquel momento. Mi boca se acerca a tu frente para plasmar con mis labios...  un beso de amor esta vez diferente.  

 

A todo esto no te paro de hablar. La habitación se convierte en nuestro peculiar palacio y me creo Sheherezade narrando "Las mil y una noches". Queriendo así como aquella mujer del sultán Shahriar que aquella noche no llegue nunca a su final. 

Mientras te hablo suavemente, mientras te cuento una a una todos mis historias, dejó caer entre medio o al final de cada párrafo, un profundo "te quiero, eres Ani mi princesa".

 

Percibir como mis palabras causan un efecto casi hipnótico en ti, notar como dejas caer todo tu cuerpo abandonandote al placer de sentirse protegida, querida, mimada y sobretodo amada por mí, en aquel pequeño pero mágico universo que se concentra en tu habitacion, me da la fe que hoy tengo. Fe de que este mi mundo no se acabó cuando creí que ello sucedia, que está mi vida renació cuando baje de aquel tren que me llevó a tu encuentro.

 

Te miro, te observo y me recreo en el placer de tenerte junto a mí cuerpo. De sentir ti cálida, blanca y suave piel rozando delicadamente mi piel, y pienso que todo el camino que antes he recorrido, que todo lo malo y lo bueno que he vivido, fueron experiencias necesarias para que ahora al llegar el momento de estar contigo, no solo comparta tu cama, si no que también comparta esa emoción que brota desde el mismo centro de mi alma y tu interior; ya que nadie llegó jamás a tenerte, a sentirte a estar en tu interior como lo estoy yo, a pesar de tus amores pasados, de los hombres que tú bello cuerpo han tocado, jamás, jamás, jamás... con ninguno has sentido lo que está noche sientes conmigo, y no hablo de sexo hablo de la comunicación de nuestros cuerpos y nuestras almas, eso es algo que se llega más allá del un cuerpo con cáscara hueca, se llega, cuando existe complicidad entre dos seres que ya no desean, que sólo el deseo o el falso amor sean el cerro de sus vidas. 

 

Atrás quedaron mis miedos, los recuerdos de mis fracasos, también los momentos dulces y los recuerdos gratos. Contigo amor mío hoy yo renazco, soy un hombre nuevo, un ser vivo que está dispuesto a escribir en el libro de su vida, en unas páginas ésta vez máculas, estas vez nuevas sensaciones, esas nuevas, esas experiencias, esas sensaciones y, describir el previsible camino, que el destino de una manera algo rara, quiere que caminé ahora contigo.

Te convertes así en la obra maestra de mi modesta escritura, en el centro sobre el que gira mi poesia, en el caliz donde bebo de tu cuerpo y de tu sangre, y, en el eterno tema que este escribiente con su pluma zigzaguea. 

 

Eres mi princesa, aquel inesperado teorema de amor que la vida me plantea. Me quedará como misión desarrollar con paciencia y mucho amor, las ecuaciones que resuelvan este enigma de la forma en que se expresa este forma de amar y de comunicarnos, algo raro e inusual que no encontramos como llamarlo.

Acepto como llegas tú a mi vida, con todo ese bagaje, esas peculiaridades y esa mochila que el destino ha querido que cargues, tal como me sucede hoy conmigo.  

 

Mientras cabilo ésto y otros mil pensamientos, mientras me regocija el compartir tu mente y tu cuerpo, no puedo dejar de percibir las bondades que tu ser en mi deja: "potencias mujer mis virtudes y minimiza mis defectos, logrando ese equilibrio que nunca nadie me había dado". Luego retomo aquellas "mis batallitas," esas historias de mi vida pasada, que me llave en un abrir y cerrar de ojos, a mi mundo de mozuelo y con mi abuela al lado, escuchando sus consejos, sus refranes y aquellos relatos sobre la vida que mi mamá -así se llamaba a mi abuelita Graciela- siempre se empeñaba en narrar y con ellos a mi enseñar. Narraba de todo mamá Graciela, pero a mí, un chaval con las hormonas alteradas, hacía siempre hincapié en hablar de amores, del valor de la honestidad, y de la "enorme diferencia como aman los hombres y las mujeres", de "no fingir amor, de no ser cínico con alguien que sabes que te ama":  "nunca hagas eso hijo mío, eso duele y no te hará nunca un mejor hombre" ... Palabras, consejos y recuerdos, que han calado en mi mente y hasta en mis entrañas. Así, mientras seguía narrandote mis historias querida Ani, mientras viajaba en el tiempo a mi cotidiana vida en mi querida y vieja "Santa Marina", el barrio que me vi nacer y crecer, mi cara esbozaba una feliz sonrisa. 

Me estremecia el ver como muy suave y lentamente te empezabas a dormir, moviendo delicadamente tu cabeza para encontrar en mi pecho esa posición perfecta, la que te permitiera viajar junto a Morfeo al país de los sueños.

 

Se habían acabado aquellas inoportunas contracciones musculares de los primeros días. Ahora y según el avance de las noches, tu confianza crecía y tu cuerpo sin temor ya se abandonaba a mí. Se notaba que tu mente se relajaba, y que conviertias ese sueño antes corto y con sobresaltos, en un mágico descanso, de unas cuatro horas o poco más, que en ti se transformaba en una especie de invernada ocesno, del cual te levantaba luego; tan radiante, tan bella, tan luminosa, fresca y renovada... que veía en ti a una verdadera princesa. 

Era para mí un placer ser quien te transmitiera esa tranquilidad, esa paz, esa confianza y esa fe que tanto necesita tu hermoso ser. Y se me quedó grabado el momento como si de una fotografía se tratará. Te dormias cobijada en mí pecho, con tus manos reposando una sobre mi vientre y la otra encima de mi hombro, como queriendo aún dormida entre tus brazos retenerme y de mi no apartarte.

 

Se te veía libre, se te notaba feliz, tus cabello antes ensortijados y rebeldes, se rendía también al relax que inundaba todo tu ser. Ese acto me transmitias tanta ternura y una inmensa alegría, por haberte encontrado vida mía... Que a mis ya cincuenta y pocas primaveras, la vida me hacía el regalo más grande que este quijote podía esperar, encontrar a su Dulcinea en la fase final de una historia que hace años pensé que había llegado a su fin. Pero no fue así, tú, que eras el último tren de mi vida, llamaste con voz dulce y cadenciosa para que a ti te abordarse y no deja pasar la llamada del destino, aún con miedo y algo que confundido -no te lo niego mí amor-, me subí a tu tren y el nos llevó hasta nuestro particular "Edén".

 

Van pasando los minutos de forma lenta como deseo que pasen, pues añoro hacer de esa noche, una noche eterna. Pero el sueño me visita, aún siendo yo un búho no puedo negar el peso de la noche, ni el cansancio provocado por esas largas horas de amor y sexo que nos hemos dado. Mi relatos se empiezan a relantizar, mi voz ya no vocalizar con la misma fluidez, y, mantengo cerrados cada vez por más rato mis grises ojos. Solo mi mano, la diestra, sigue en su suave misión, la de acariciar tu cabello, la de dar masajes a tu cabeza, la de hacer rulos y novillos con tu encrespado cabello rubio.

 

Pero no lo puedo evitar y Morfeo me llama con fuerza, olvido entonces mis batallitas y mi vida de ese día, orgulloso y complacido de que mi voz te haya siguido acurrucado, mucho rato después de haberte dormido entre mis brazos.

Me enorgullezco de compartir la cama y la vida esa noche contigo. Se que te he protegido de aquellos fantasmas, los que tanto daño te hicieron y que a veces vuelven para con su recuerdo querer borrar tu alegría. De ellos yo te alejo y mi amor hace de escudo,  para ahuyentar todo lo que no sea para ti bello y oportuno. 

 

Pasados ya muchos minutos te dejo que te gires, dando una vuelta sobre ti misma para que te recoloques en la cama, como lo hacías siendo niña: "es la posición de la cuña", una de las primeras noches me lo contastes, "es en aquella posición que me encanta dormir - seguias diciendo-, pero ponte junto a mí cielo, así seguiré sentiendo el calor de tu cuerpo y el contacto de tu piel con mi piel y así notaréis tus piernas que curvados se juntan con las mías, y me protegerán y me darán calor. Así me gusta contigo dormir mi tesoro"... sentenciaba mi princesa.

Eso escuché una noche y no necesite más, así sería y así aprendería contigo a encontrar el placer de dormir unidos, dos siluetas que bajo la misma sábana y una colcha que cubren y da calor. Parecemos responder una sola forma, parecemos un único ser. Todo esto que era nuevo para mí, me producía tal ternura que solo podía recompensarla con un suave y cálido beso que te daba en la mejilla.

 

Allí, en ese momento de la noche justo antes de dormir, con satisfacción comprobaba, que todo el amor que te dí  en la cama, no solo te lo daba con besos, caricias y mucho sexo, que mi amor te lo seguía dando mucho tiempo después, mientras acurrucada en mi pecho esperabas con alegría a que te llegara el sueño, y aún más, cuando con la luz del nuevo día, te despertaba con un silencioso beso, y tú medio dormida sonreías y tu cuerpo y a tu alma ante mi beso se estremecia... 

¡Buenos días mi tesoro!, y la historia otra vez vuelva a empezar, otra noche se avecinaba con la luz del aquel naciente día. 

 

Tuyo y mío

Alfredo Daniel Lopez 

10 - 04 - 2018

 

  • Autor: Alfredo Daniel Lopez (Offline Offline)
  • Publicado: 10 de abril de 2018 a las 16:53
  • Comentario del autor sobre el poema: Este relato de un sueño que tuve despierto, va dedicado aunque tarde en fecha pero temprano en sentimiento, a mi amada musa Ana ( anbel ), que es la fuente donde bebo toda la poesía y la prosa que escribo. Sin su ser, sin su mágico amor que me deja tener por ella, se perdería mi esencia de poeta, y escribiría versos hueros, rima sin sonido y poemas sin musicalidad, mensaje ni sentido. Por ti Ana, por tus hermosas primaveras, por ti cumpleaños... Y por que pensando en ti mi sangre se altera.
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 34
  • Usuarios favoritos de este poema: anbel
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1

  • anbel

    Gracias mi querido Alfredo... Me has emocionado... Con tu relato dejas bien claro lo que es el amor,asi como tu sensibilidad. ¡Como no tenerte presente en mi vida!, cultivar más y más nuestra amistad será el mejor de los regalos para este mi nuevo año recién cumplido.
    Un besiño y mi agradecimiento por tan lindo regalo.

    • Alfredo Daniel Lopez

      El regalo me lo ha dado la vida al cruzarme en tu camino mi musa querida. Es un sueño sí, un sueño de esos que se tienen con los ojos abiertos, esos sueños que se escriben y se describen por medio de los sentimientos y las emociones. Soy una persona muy pasional y muy expresiva, espero y deseo que esa expresividad no te incomode querida... la sensibilidad para la bueno y lo no tan bueno, es y será, mi auténtica seña de identidad.

      Me siento feliz mi brujilla de que me visites, nuestra amistad está floreciendo como los girasoles sonriendo siempre al sol. Un beso y todo mi amor Ana.



    Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.