El silencio me lanza su llamado
tras el mismo sentir que me exaspera,
es la fuerza silente que me ha dado,
es el peso callado que me altera.
¿En qué piensa la gente cuando piensa,
cuando el tiempo le allana los sentidos
y reduce a un mirar toda la esencia
de sentarse y cavilar todo lo habido?
¿En qué piensa la gente, qué conduce
el pilar sentimental de aquella duda
que se ufana, tan ingrata, y que produce
nuestra vida en su corrida singladura?
Me abruma la dubiedad que se desata,
aquella indiferencia, la ausencia de sentido,
la búsqueda y la perdida, lo basto que se cata
al ver que diminuto es tu ser descolorido.
Una mancha perdida al final del universo,
un suspiro mal logrado, una historia repetida,
una gota que se seca, un eco final, un verso…
la imagen en un espejo, que es clara, pero invertida.
La letra chica de un trato que nunca nadie firmó,
un parpadear, una sombra, un garabato,
un lapso incierto de ser, que por ser solo existió
y pagó en cada pensamiento el dolor de su anonimato.
Ser demasiado libre es una cárcel más fuerte
al coincidir con el mundo ésta existencia virtual,
desdibujando la línea entre la vida y la muerte,
las virtudes y defectos, el marco del bien y el mal.
La vida se hace una broma que pierde de a poco el chiste
y la inocencia que viste, ese disfraz que le asoma,
sacara su punto y coma, cuanto más de ella leíste,
y las páginas que perdiste, serán la enseña que aploma.
Sabrás que esa banalidad que toda ocasión emite
no está para que te irrite, está porque en realidad,
toda y cada adversidad que ese penar te musite
se hace trivial, y te evite, disfrutar tu humanidad.
El dolor es el contraste entre realidad y deseo,
pero siendo mortales, creo, mientras el tiempo se gaste
no habrá llanto que nos baste, sin saber que lo más feo,
es el constante canjeo de vida que así pagaste.
Somos vanos y finitos, y no es causa de pesimismo,
es ver que será lo mismo, es llanto y es risa constrito,
es evitar lo que evito, riéndome en el abismo,
y bordeando todo cinismo, gozar el pesar que habito.
Y es inútil renunciar, soy un sentimentalista
estúpidamente realista, que está, porque puede estar,
que dure lo que ha de durar, soy solo un hombre nihilista,
un romántico, un idealista… que no se cansa de andar.
Aunque me tilden de loco, aunque me cuesten las luchas,
aunque las penas sean duchas, aunque pierda lo que toco,
aunque la tristeza evoco en esta soledad que escuchas,
sé que piedras habrán muchas… pero camino hay muy poco.
- Autor: Juan Ignacio Clavero ( Offline)
- Publicado: 8 de abril de 2018 a las 23:43
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 21
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