Viendo el mar en sus ojos, contemplé el cielo por un instante.
El cielo, con sus olas azules y verdes, se movían al unísono de su corazón.
La espuma de sus nubes me hizo suspirar en sus profundidades con tanta suavidad, que mi alma se unió con su alma, sin siquiera tocarnos.
Ahí sentada mirando al cielo, comprendí que el que admira ama, y que definitivamente él es el dueño de mi amor.
- Autor: McNav (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de abril de 2018 a las 01:28
- Categoría: Amor
- Lecturas: 48
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