EL POETA SEDICIOSO Y EL REY JUSTO

Heliconidas

Hace muchos años, existió un rey sabio que gobernó su reino con mano fuerte, pero justa. Durante largo tiempo soportó el embate de aquellos que negaron su autoridad y lucharon contra ella.

Uno de sus mayores conspiradores, un poeta de carácter violento e indómito fue el responsable de infinidad de atentados que pusieron en riesgo el equilibrio de su reinado. Ya cansados de sus trifulcas y sus continuos ingresos y salidas del calabozo, los jefes de las milicias decidieron apresarlo para que sea juzgado y finalmente, condenarlo a muerte.

A pesar de su turbulenta vida, el rey sentía por él una secreta y profunda admiración ya que amaba los versos que escribía. Sus poemas lo conmovían por su impresionante lirismo y exaltación de la belleza, acentuando el contraste entre el hombre público y el hombre secreto.

Sintiéndose apenado por su aciago destino, procuró dialogar con él y llegar a un acuerdo de paz a fin de conservarlo vivo.

El poeta, en su última audiencia con el rey, replicó:

“Vivir en monotonía las horas mohosas de lo adocenado, de los resignados, de los acomodados, de las conveniencias, no es vivir, es solamente vegetar y transportar en forma ambulante una masa de carne y de huesos. A la vida es necesario brindarle la elevación exquisita, la rebelión del brazo y de la mente. No busco afirmación social, ni una vida acomodada, ni tampoco una vida tranquila. Para mí elijo la lucha.”

Con ahínco el monarca intentó convencerlo vez tras vez, pero el esfuerzo fue inútil. La acción punitiva era irreducible.

A la mañana siguiente, el poeta fue colgado en la plaza pública ante la algarabía de casi todo el pueblo y la secreta tristeza de muy pocos, incluida la del rey. Luego de su ejecución se organizó una marcha triunfal para exaltar la victoria y advertir a los conspiradores de futuros atentados.

Sin embargo, el sabio y justo rey, jamás pudo olvidar las últimas palabras del condenado y continuó aplicándose gozosamente a la lectura de sus versos por el resto de su vida.

Pocos días antes de su muerte, escribió en sus memorias:

“Aún conservo viva en mi mente la imagen del sedicioso poeta. Aquel que procuró acortar sus días en lugar de alargarlos sin la libertad de vivirlos según sus criterios. Siempre he pensado que, así como no nace el hombre que escape a su destino, no debiera nacer quien no tenga una causa por la cual luchar, justificando su paso por la vida. Todo idealismo, equivocado o no, es respetable para los que luchamos por una causa que tampoco podemos saber si es la verdad.”

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  • Autor: Heliconidas (Offline Offline)
  • Publicado: 17 de abril de 2018 a las 23:08
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 21
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