Te obedecí como hago siempre
y apretando con fuerza
los ojos, intenté soñar contigo
pero no lo logré y a tu
cuerpo ausente, me abandoné.
Lloré un llanto acallado,
hasta tierno diría, pues pensar en ti
cuando la pena llega, siempre
me reconforta y me provoca una sonrisa.
Me pareció ver entonces,
tu mirada pilla, esa que al mirar abraza
y como me tendías los brazos
para que en ellos descansase tranquila.
Una caricia de miel pude
sentir en mi pelo y se erizó mi piel
al notar la dulzura de tu tacto.
Volvieron a emocionarse mis ojos
al sentirte tan real y cercano,
mientras caía presa de tu encanto.
Recorrías mi ser con esas
manos que deseo tanto y me estremeció
ese frío lindo que sube en espiral
por la espalda cuando
el éxtasis, en instantes, te eleva al cielo.
Y poquito a poco, voy cayendo
en el letargo que sigue al llanto, sosegada,
sintiendo tu calor a mi lado
y tus ojos de otoño, mis sueños velando.
¡Cuanto te necesito a veces!
¡Cuánto te quiero siempre!
Cuánto daría por despertar a tu vera
aunque sólo fuese una
noche, cerrando lentamente los ojos
y callando mi llanto
con los besos de tu boca, que hago
míos cuando me siento sola.
Pilar González Navarro
Abril 2018.
- Autor: Pilar Gléz Navarro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de abril de 2018 a las 21:01
- Categoría: Amor
- Lecturas: 59
Comentarios1
“Cuánto te quiero siempre!
Cuánto daría por despertar a tu vera
aunque sólo fuese una
noche, cerrando lentamente los ojos
y callando mi llanto
con los besos de tu boca, que hago
míos cuando me siento sola.“
Las hago mías! Gracias!
Saludos!!!
Ivette
Un placer Ivette. Mil gracias y un beso
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