Replica mi gesto
con tenue rubor,
desvía su vista
fugaz y pillastre.
Canturrea sola
la voz aprendida,
solloza aturdida
si se siente perdida.
Ilumina sus ojos
y aprieta mi mano
cuando algo nuevo
asombra o sorprende.
Reanuda el camino
audaz e insolente
mi pequeña reina
ya corre y camina.
Vacila y tropieza
y el llanto aparece,
aprende mi niña
a yerro imprevisto;
que la vida es dura
e hiriente el camino.
- Autor: Hidalgo Caballero M. ( Offline)
- Publicado: 28 de abril de 2018 a las 15:00
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 58
- Usuarios favoritos de este poema: Viento de amor
Comentarios1
El hombre nunca deja de ser padre, verdad?...el amor a una nieta muchas veces es mucho más fuerte. Un gusto pasar por su espacio poético, amigo, poeta.
Saludos cordiales.
No es que no hayas querido y quieras a los hijos, es que los nietos son otra cosa...
Encantado, el gusto es mío.
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