Me he dedicado
al extraño oficio de escribir poesía
porque la vida agridulce
es un póker de tres púas,
y en su vaivén, atado a mis sueños,
mis lamentos
y mi traje de ermitaño,
caminé con una llaga en el costado
entre rosales y ataúdes
Escuché
el sollozo del trueno enfurecido
y vi ríos desembocando en el torrente;
aquel día
derramé mis poemas gota a gota
y escribí al amor, a mi hija, a la patria,
a la muerte
a las mujeres que me abandonaron
y a esas que abandoné
cuando me abría el pecho para sacarme
el líquido muerto de las costillas
Ahora estoy aquí vagabundo
con el corazón desdoblado
de frente a mi propio abismo
que me persigue como una amante
lloriqueando por las calles
Mis poemas son jazmines
barcos de dulces y sangrientas palabras
que germinaron desde mis nervios
apuñalados
con la tibieza del diario vivir,
desde pesadumbres y temblorosos rayos
que agotaban mi alma en la madrugada
A veces he querido que sean
estructuras de grandes edificios
y de obeliscos que adornan la ciudad
más que cartas de artesanos
son floreros anunciando
noticias cotidianas:
tarde se iban
y temprano volvían
A decir de mi poesía
mis versos han nacido
angustiosos, felices, rebeldes y caprichosos;
la libertad de escribir
se ha hecho necesaria a mi presencia,
y a los hijos de mi pulso
los defiendo a capa y espada.
- Autor: Javier Claure C. ( Offline)
- Publicado: 30 de abril de 2018 a las 18:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 36
Comentarios1
Escribir es liberador, catalítico, se disfruta. Es vehemente el cierre del poema "y a los hijos de mi pulso
los defiendo a capa y espada."
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