No le bastaría al iris
surcar el cielo,
si en eso no encontrara
tu mirada,
que desnuda y viste
mi cuerpo de besos.
De tus manos…
no podrían hablarme,
los árboles que doblan
sus ramas para aferrarme...
Si en cada hoja
no encontrara el sobresalto
de un suave toque tuyo.
Y el mar...
que decir de aquel mar
que irrumpe en nuestro amor,
transformando su marea natural
al quemar más que el sol.
¡Oh condena de mis noches
no te calles como el ruiseñor!,
que cada atardecer
llora la luz del día.
Eres ansía oculta en el invierno
que germina en mi cuerpo,
¡Con la emoción
de una flor salvaje!
Claudio Batisti
- Autor: Claudio Batisti ( Offline)
- Publicado: 5 de mayo de 2018 a las 00:20
- Categoría: Amor
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: Yolanda Barry, María C.
Comentarios3
hola,feliz sabado,es precioso tu poema,un gusto saludarte.
Gracias Yolanda :
Querida amiga es un honor para mí que el tema haya sido de tu agrado, como ves me he sacado el traje acartonado y he dejado fluir mis sentimientos. Con especial afecto te saluda cordialmente. Claudio
aahhh...el tema precioso,mi papa lo tocaba en el piano.💓💓
Que suerte has tenido, mi padre tocaba el acordeón y un poco la guitarra canciones que le hacían recordar su tierra lejana, hoy llueve y el día está gris y me has hecho recordarlo...💓💓
https://www.youtube.com/watch?v=l_m725Oxw-A
que enlace tan precioso.somos unos afortunados al crecer escuchando musica,gracias yo igual recuerdo al mio en muchas canciones.
Una bella flor salvaje que se desgrana al amanecercon un triste llanto de ruiseñor.
Un abrazo.
Querida amiga Isiszkt.
Querida amiga un amor que ya no está pero que perdura en el recuerdo se vuelve más sublime y a la vez más intenso, porque mirando al cielo se recordarán sus besos, las ramas de los arboles parecerán sus manos que nos acarician, y el mar que decir del mar tan inmenso y profundo como el cielo azul, condena a las noches como a un ruiseñor que canta al atardecer esperando un nuevo día, y su recuerdo más fuerte aún nos hace temblar como el invierno hace temblar una flor silvestre perdida en la soledad del prado sola y sin abrigo. Con el mayor aprecio te saluda muy cordialmente. Claudio
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