El abrazo de dos galaxias.

Túnel eternamente efímero donde el guadual de mi voz entrelaza cada partícula de ti, de tus ojos que brillan como un diamante en medio del desierto, de ti, de tus dedos, de tu nariz, de susurros que tejen sueños en el charco del filtrum de tu sol...

Donde lo único que separa nuestra unión utópica de deseos atrevidos es el bermellón de tu muerte.

Siente tu abdomen como se eriza por la explosión del aliento de dos, de volcanes y de mariposas.

Miente con tus ojos dormidos mientras la unión de mi mar y de tu rio construyen castillos azules como el cielo que reflejas en cada ventisca de suspiros.

Siente como se desgarra la piel, de las manos, de la cara, del pecho, 

Como poco a poco queda al descubierto la vulnerabilidad del ser, mientras delirantemente te revuelcas en el lago de pétalos y serpientes que te saborean y te huelen con sus lenguas rojas marcadoras de sonrisas.

Agónicos latidos de perpetua libertad escurren del glacial de mis manos, tormenta de babitas y mordisco.

Muerde la luna como si fuera chocolate,

No abras el arco del triunfo sino vas a dejar que la fotosíntesis de nuestro respirar genere raíces en los pies del alma.

Sueña mientras el rose de las nubes llenas de vida gotica por gotica inundan cada mejilla, el cuello y cada parte de todo lo que puedas imaginar, sueña mientras el sabor de tu cereza, baja y quema todas mis entrañas.

Apresuradamente siente el cosquilleo que empieza la invasión de tus rodillas hasta la panza donde arden los volcanes y las mariposas se ensucian en color amarillo y cada movimiento es amarillo, 

Vuela, navega en los árboles y trepa toda  montaña, deslízate y descaradamente ábrele la puerta a toda la belleza del abrazo de nuestras galaxias.

vía láctea insultantemente roja que recicla olvido y vende ilusiones de sabores, de sabores cotidianos, de océanos secos, de amaneceres verdes, de paisajes hidratando constantemente la muerte... de momentos perfectamente armonizados con sabor al deseo del ser y la caótica tranquilidad del sentir.

Deléitate observando como la fragilidad te arranca el pecho y todos esos movimientos ahogan las tristezas y el mundo es amarillo.