Desértica se queda la verdad.
De recias razones despojada.
Desnuda al albur que la flagela.
Por mentes soeces y enquistadas.
El duro transitar que sin respeto.
Se ve vapuleada y despreciada.
Al socaire de como sople el viento,
la auténtica razón queda mermada.
Diluyéndose sin encontrar el hueco,
en la vacía conciencia de los necios.
Triste la libertad que te amodorra.
Ausente la verdad que te conforta.
Perdida la razón que se abre paso,
en la oscura espesura de la vida.
Secas las fuentes que lubrican.
Del sabio entendimiento su semilla.
Olor de multitudes se demandan.
Los que medran a costa de otras vidas.
Insaciables vampiros que succionan,
la esencia de los seres que palpitan.
Dejando los cerebros enquistados.
Invadidos de promesas de mentira.
Agostados los campos que nos nutren.
Las simientes podridas por la prisa.
Los nutrientes perdidos en el aire.
Su errático pulular los sacrifica.
En constante deterioro las conciencias.
Alimentadas con fútiles adornos.
Sumidas en profundas pesadillas.
Que se posen los copos de la nieve.
Lentamente sobre la tierra viva.
Las placas tectónicas se calmen.
La razón se abra paso sin fisuras.
La conciencia engrasada se haga eco.
Del triste devenir de los que sufren,
olvidados por la necia muchedumbre.
Que salgan de una vez de la espesura,
las voces que reclamen la cordura.
Que la verdad renazca en carne viva,
para dar a cada cual su cobertura.
A. L.
http://alupego.blogspot.es/2
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