Charlamos

Charlamos.

 

Charlamos, yo le dije, elige estar tranquilo, él me respondió: lo intento pero no acepto ni asimilo.

Le dije: Nada ganas con tanta queja, muevete, planifica, sé paciente y ten en mente que el tiempo se agota, ahí una gota por su rostro corrió, provenía de sus ojos, era llanto y con la voz quebradiza me dijo: estás tonto, ese pensamiento lo ignoro, cuando lo atiendo, lloro y por poco enloquezco.

Le dije: ¿Qué pasa por tu cabeza? Hay comida en tu mesa, tienes familia, una cría y a tu dama.

Respondió: Lo sé y con el alma los amo, las lágrimas que derramo son de frustración, de tener una meta, un sueño y un plan pero no pasan a la acción.

Le dije: Pero por qué? La gente está creyéndote y teniéndote fe, pero tú no, por qué no crees en tu potencial?

Por qué crees que lo que hagas siempre terminará mal?

Él dice que tal vez algún fracaso le dejó un trauma o algo le pasó y no lo sabe con certeza, tal vez ahí está en su mente pero el subconsciente lo sujeta con fuerza.

Le dije: Hay algo que tú corazón carcome, anda asume y suelta tu pasado, a lo peor no te has enfrentado, debes ser valiente, por ti y por tu gente.

Me contestó enfadado: Quién te crees para saber qué debo hacer?

Le respondí: Yo lo intenté y me funcionó, me duele verte así, una vida desperdiciada.

Me dijo: Estoy exhausto, harto de todo, el miedo es un hijo de puta, lo enfrento y ni se inmuta.

Le digo: Cuando lo enfrentes, hazlo con seguridad, que sepa que no estás dispuesto a que te arrebate la felicidad.

Si se preguntan porque es que tanto me preocupa? 

Es que él también se llama Israel, es mi homónimo y lo amo, hay fusión entre él y yo y por ende confusión, a veces lo domino, en ocasiones él domina, yo quiero que él sea como yo, él se rehúsa a cambiar.

 

Israel Najera.  17/09/17.