Está desarmado
el amor esta noche.
Pidiendo sumiso
respeto y haciéndome
de su súplica,
humilde portavoz.
Que a nadie,
obliga a sentirlo,
ni en su
nombre quiere
se siembre
dolor en corazones
nobles,
repletos de desamor.
Que cada cosa tiene
un nombre,
como distinta es cada
flor en aroma,
pétalos y variopinto
color, que nadie
llama amapola a una
rosa, ni naranjo
a un almendro en flor.
Que la noche
es para los nocturnos,
como el día
lo es para quien
prefiere el alba, reflejada
en el rostro.
Que un arroyo, no es un río,
ni un monte,
una pradera, ni un bosque
un jardincillo
de un parque en las afueras…
Tan generoso y dando
cabida a todo
y tanto, aquí, tembloroso
lo tengo junto a mí,
llorando como un niño
sobre su juguete
preferido y roto, como queriendo
con sus lágrimas
arreglarlo y que de nuevo
funcione sólo.
Como sólo, ha quedado él
de nuevo, sin dueño,
sin destino, esperanza, ni ilusión
que lo sostenga, una vez más,
malentendido, agraviado
en su hermosura, espantado
y ya sin cura, al saberse
abandonado en mitad de una jauría,
en una selva de necios
insensibles, con ansias de matarlo.
Mas le digo que no, que vive
en mí y en él creo, me mira
tierno y me responde apagado:
“¿De que te sirvo, amor de mi amor?
Si tú no puedes darlo...
Pilar González Navarro
Mayo 2018
- Autor: Pilar Gléz Navarro (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de mayo de 2018 a las 20:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
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