No sé cómo decirle al viento que le hace el amor cada noche, que yo también quiero pasar mis manos sobre su cuerpo.
No sé cómo decirle al agua que lo ve desnudo cada día, que yo también quiero gozar de su desnudez.
No sé… no sé cómo decirle al brillo del sol que quiero pasar mi lengua hasta en la sombra que él dibuja.
¿A dónde van los pinos de ese su jardín? Ese que habita y se nutre entre sus piernas porque yo sé que ahí está el aroma de la vida y yo, quiero explorar ese aroma y depositar mi néctar sobre él.
Su voz, sí su voz, que guarda el secreto del canto de las aves; quiero devorar su sexo y seguir con la melodía, la canción de Paz que falta en el mundo.
Sus ojos, sí esos que guardan las estrellas del cielo; su suave vientre donde yo quiero besar y acariciar.
La noche, bella locura de pensarlo y escribirle, desnudándolo a versos con las llamas de la poesía.
Y yo, enseñándole el baile del placer que los girasoles hacen cuando persiguen al sol; el fin, el placer mismo, la felicidad en un momento, la eternidad de una vida bien vivida...
- Autor: Azucena Ibatá Bermudez 🌼🍃 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de mayo de 2018 a las 01:18
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema pertenece a un poemario que se llama Versos Rojos. Disponible bit.ly/jardosartes
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 40
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