En la casa de alguien otro finge la felicidad, comparte el café, el sexo, la rutina, cree que esa es la felicidad, la gloria de lo cotidiano, ese alguien no es nadie es uno más, sin nombre, sin rostro, es uno más en las estadísticas, población laboralmente activa, sexualmente activa, población meta para financiamientos, paquetes vacacionales y tarjetas de crédito, un número más como todo aquello que no importa y se produce a gran escala, con números de series y lotes, con fecha de caducidad.
Pero mañana o tal vez la próxima semana o quizá dentro de 20 años, va a levantarse y la vida le va a escupir una imagen en el espejo y el nadie se dará cuenta que algo anda mal, a la vida cuando le dan esos arrebatos suele ser muy cruda, saldrá con el malestar de una humillación así ha sido siempre cuando a uno le escupen, pero en esta ocasión el escupitajo será él, todo lo que ha hecho en la vida es ahora la imagen vergonzosa que le sigue, está a punto de darse cuenta que nunca ha elegido nada, siempre fueron las mismas opciones pero eso no es elegir es aceptar alguna de las únicas posibles, está a punto de su mayor revelación y sólo puede sentir que ¡algo anda mal!.
Pensará que es propio de la edad y las preocupaciones, síntomas de la rutina, seguirá así algunos días hasta que la vida aún más hastiada le quitará el sueño, el apetito, perderá el libido, vera la casa sin encontrar su sitio y de repente sin una explicación aparente, mirará a ese alguien y le dirá adiós, esa otra persona nunca entenderá lo que pasó, hasta que le pase a ella y en algún momento le pasará. A veces la vida, muy pocas veces, tiene esos pequeños regalos y ambos sienten su insignificancia al mismo tiempo, los escupe a los dos de la misma manera, entonces se dicen adiós y no hay ni preguntas, ni respuestas… pero esta no es una de esas veces.
En fin, después de ese adiós, sólo será parte de otro gráfico, otros números, otra estadística y la vida se quedará tranquila algún tiempo, hasta que un día cualquiera le vuelva a escupir al espejo que ha sido un maldito fracasado y el nadie sabrá de alguna manera, que nada ya hay que hacer sino abrasar el fracaso como en algún momento se pensó que abrazaba la gloria, después de la muerte, nadie sabe quién lleva las estadísticas.
- Autor: la flaca (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de mayo de 2018 a las 21:23
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 46
- Usuarios favoritos de este poema: Al Duborg, Jareth Cruz, Armando Cano
Comentarios1
Cruda verdad describes Amiga.
Excelente!
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