Reinas Muertas

He iniciado una incursión a tu jardín,
oculto entre praderas y volcanes,
incursión idílica de finales
e iniciales de tu historia pueríl.

Vacilante, errante, tan singular,
es tu perfume y su espora bendita
un alma de cicatriz moribunda,
seca de sales y libre de mares.

Es la fuente perdida del dolor
que apacigua el llanto irreconciliable,
de un luto negro a mis reinas muertas.

Es la línea de la ciencia cruel
hecha matemática pura de ti,
es tu pierna desnuda de la suerte,
es luna llena de tu santa muerte.

En un panteón de flores felices
haciendo memoria al recuerdo puro,
hay un encuentro pulcro, culto y finito
entre tus matices y mis raíces.
entre tus risas y mis líneas,
soplo de cielo que siento,
Adagio de Dios que presiento.

Mas recuerdo que renace el otoño
y el frío se convierte en bufanda a los pies,
las hojas se hacen alfombras marrones,
se hacen opacos en mi los colores.

Acabando en el mismo inicio de ayer,
aquel jardín secreto que encuadró
nuestra sonrisa en un trazo curvo,
cuando el plan se inspiraba eterno,
en un sueño, se terminó perfecto,
Efímero, locura hecha dulce,
en el jardín marchito que vió todo,
arribo, declive y caída
del latido muerto que en un lazo
descansa en lágrimas de arroyo.
en lirios verdes y rocío en ciernes.
fuera de la nieve y el hierro
y del fuego irracionalmente seco,
en que tu muerte se permitió llorar,
y mi sangre se permitió gotear
una vez la carne se hizo ceniza,
polvo de esqueleto y de tierra.

Fuera de la sagacidad del tiempo
es la única reina soledad en pleno,
el tercer pétalo hecho alfombra
en el destierro de aquel jardín marchito.

Martin Blythe
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