Tantos caminos ligados al mío,
miles de opciones,
y de entre tantos terminé
en el que acabaría conmigo.
Papalotes volando entre en tifón de tu ausencia.
Pirinolas despiadadas por maldecir mi suerte.
Manos rezando a un dios que debía enseñarme a ser fuerte
y una adicción a las heridas que me causaba verte.
Danzaba en el falso lienzo de tu amor eterno,
el pincel de tus dedos pintaba un cariño perfecto;
el óleo de tu pelo abarcaba todo mi cielo
y el infierno de tu traición me mató en un parpadeo.
No debo culparte pues la culpa ha sido mía,
si no te hubiera amado tanto esto no me dolería
o de pronto si,
quizá mi lengua se suicidaría de tan sólo mencionar tu nombre
y mi garganta se ahogaría con tal de no escuchar tu voz,
de no oír los pasos de quién me engañó.
Mis dedos inundados de gallardía desahogarse,
vaya, ¿Quién lo diría?
por fin fuí valiente y la hoja de mi se reía
pues aunque siempre me dijo que ella no era para mí
fuí terco pues sólo quería aprender a ser feliz.
Sin pretexto alguno busqué oro donde solo bronce hubo,
tanto que confié en ella para que solo me hiciera feliz con humo.
Le comentaba a mi pasado que dejara en paz a mi presente,
pero al llenar más de dos hojas se me olvidó como ser fuerte ante la soledad,
ser atrevido en el amor e implacable en la intimidad,
entonces me ví envuelto de ideas frescas, tercas
que sólo querían que volvieras.
Dura batalla enfrento con lo que quiero y con mis dedos;
mis dedos quieren tenerte de musa y yo dudo entonces que seas lo que quiero.
- Autor: Moisés (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 12 de mayo de 2018 a las 01:42
- Categoría: Triste
- Lecturas: 18
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