Silbo sentado en una piedra
cualquiera de cualquier
camino.
Nadie me escucha...
Estoy en silencio. Perdido
en un edén de pecado.
Si hablara sería solo conmigo.
Los diques que me cobijan
se llenan de ausencia.
Las palabras que brotan
de mí mismo no dicen nada.
No hay oídos al otro lado.
El único eco que acaso resuena
es el de la sangre que corre venas
abajo.
Calibro el peso de un pensamiento.
Soy capaz de medir el hondo de una
duda, que surgiera de repente...
Mi corazón ha sacado el microscopio.
Ya sé cómo reducirme cien gramos...
Es lo que pesa olvidar un mal recuerdo.
Me dicen insistente que salga.
Intenta forzar mi puerta sin llegar siquiera
a dar con la llave.
Podrían arrancarla si quisieran.
Podrían ser dueños del cuerpo
que me puebla, pero está huero como
una fría crisálida, que se sabe ya historia.
No insistan, vuestro mundo quedó a mano
izquierda en la última encrucijada.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 15 de mayo de 2018 a las 15:38
- Comentario del autor sobre el poema: De la grandeza de aislarse.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 76
- Usuarios favoritos de este poema: Galrock, racsonando, la cuerva
Comentarios2
Muy interesante y profundo escrito (poema con excelentes matices) para intentar reflexionar, tal vez, en la necesidad aislarnos, de pensar y concentrarnos en asuntos menos triviales que tomen su distancia con esta exacerbada modernidad y su apremiante consumismo. Estos ejercicios no están de moda y todo lo que implique una acción profunda con nuestro propio yo, empieza a ser sospechosa para muchos o inclusive para uno mismo, pues lo mediático sale a relucir con su apremiante carga fantasmagórica y "obliga" relativamente, a asumir posturas demasiado cómodas.
Nuestros silencios han dejado de ser nuestros; otros se pelean y disputan lo que humanamente nos debe pertenecer. Creo, que hay mucha tela de donde cortar, y de verdad, verdad "la intención de un escrito desborda su propia locura hasta la locura del otro" (un cierre muy personal, y claro está, con demasiado respeto). Felicitaciones, Alberto. Usted sabe como poner a "botar corriente" una expresión muy coloquial en mi tierra.
Un apretón de manos, mi amigo.
Gracias por tu cátedra. Un abrazo muy afectuoso Racso.
Hermosa reflexión, que en mi caso no aplica, pues el aislamiento me llevaría a la locura y de ésta desconozco el camino que seguiría; pero a nada genial, pienso que más bien me conduciría por los senderos trillados de este mal, la locura.
Respecto al pecado - citado, poco lo entiendo ya que quienes ostentan esos estandartes de la iglesia predican "inverdades"
Afectuosos saludos poeta
Cuando pienso en soledad pienso en solitud. Creo que el miedo a la soledad es el miedo a nosotros mismos.
Te devuelvo tus saludos con el mismo afecto.
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